Fútbol
El VAR atonta a los árbitros
La pérdida de atención, decisión, poder y criterio por un sistema de video con muchos fallos de unos colegiados ya desnortados tras el 'caso Negreira'
«Señores, esto va de tomar decisiones»
La prueba de que Negreira hacía lo que quería con los árbitros
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Iniciar sesiónLos árbitros españoles vienen desarrollando últimamente un sentimiento de victimismo aparentemente exagerado, pero cuya raíz es comprensible: acosados por el impresentable escándalo del 'caso Negreira', desayunan además todos los días críticas sobre el último error injustificable del VAR. El enfado del Comité Técnico de ... Árbitros (que amaga y amaga con una huelga para defender su honestidad y detener «el incremento de violencia verbal y física que están sufriendo nuestros colegiados») tiene un sorprendente paralelismo físico: los colegiados están empezando a agredir ellos mismos a los jugadores. El árbitro Ortiz Arias dio un empujón al futbolista zimbabuense Tino Kadewere en el reciente Celta de Vigo-Real Mallorca, en lo que podría ser el inicio de una costumbre peligrosa: en el último mes, otros dos árbitros han sido sancionados en Inglaterra y México por propinar un codazo y un rodillazo, respectivamente, a futbolistas de Primera División. Por las redes circulan memes con árbitros de Primera División gritando a jugadores a dos centímetros de distancia.
Más allá del 'caso Negreira' y su gestión por parte del colectivo arbitral, los efectos del VAR sobre el fútbol y los colegiados empiezan a ser como el traje nuevo del emperador al final del famoso cuento. En una encuesta anónima realizada entre los 42 clubes de LaLiga hace unas semanas, el 100% afirmó que los profesionales del fútbol no entienden el criterio de las manos para pitar penalti. Hay más: el 81% de los equipos profesionales españoles opina que se están señalando penaltis por contactos leves a causa del VAR y que otros más claros se están dejando de señalar, con la consiguiente confusión colectiva. Nueve de cada diez clubes aseguran que sus técnicos y jugadores no tienen claro cuándo va a intervenir o no el VAR (aunque se les ha explicado el protocolo).
Esta temporada ha habido más expulsados en la liga española que en la suma de sus tres grandes competidoras: la Premier, la Bundesliga y la Serie A. Los árbitros se han tomado en serio la instrucción de severidad contra las entradas duras dictada por el presidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), Luis Medina Cantalejo. Los clubes (un 78%) opinan que este rigor altera el desarrollo natural de los partidos. José Luis Mendilíbar, entrenador del Sevilla, puso el cascabel al gato hace unos días en rueda de prensa: «Yo sigo sin entender cómo funciona el VAR [...] No hace mejores a los árbitros. Y eso es una pena, porque antes del VAR no estaban tan mal, y ahora a ellos les genera muchas dudas». «Me da el dolor que gente que está delante de un ordenador no se cobre ese penalti porque no quiere», declaró hace días el entrenador del Valladolid, Paulo Pezzolano.
27 veces por partido
El asistente de videoarbitraje, como recuerdan fuentes federativas a ABC, genera problemas en todos los países donde se ha aplicado (Italia o Inglaterra son dos ejemplos claros de polémicas similares). Ni los jugadores ni los entrenadores ayudan mucho: «Aquí todo el mundo pide VAR 27 veces por partido, y más desde que tienen la 'pantallita' en el banquillo«, reconoce un extécnico de Primera. Pero si hubiese que aislar un rasgo endémico del VAR español, se trata de su intervencionismo. Los árbitros que siguen el partido desde la sala de vídeo actúan significativamente más que en otros países homologables.
«Estamos acostumbrando al árbitro a buscar la coartada del VAR para cualquier decisión, que decidan demasiadas cosas desde el despacho», afirma el exárbitro internacional Emilio Soriano Aladrén; «el traspaso de responsabilidad al VAR en acciones que son del árbitro denota una falta de personalidad del principal que está creando una ausencia de coraje y justificar fuera de su ámbito la decisión tomada. Y esto no puede ser: aburguesan su propia actividad profesional y no ejercen la propia responsabilidad sobre el terreno. Se van aturdiendo. El VAR debería mejorar la toma de decisiones, pero no lo hace. Entre otras cosas, buscan demasiado protagonismo sus responsables».
Hubo un periodo inicial, coinciden varias fuentes consultadas, durante el que parecía claro que quien mandaba sobre el campo era el árbitro, no el VAR. Nadie es capaz de recordar bien cuánto duró. Soriano Aladrén sostiene que el VAR «tiene una finalidad muy positiva, pero al implantarse en España se le dio una publicidad excesiva, creando una apariencia de veracidad absoluta, casi perfecta. Ahora bien, no funcionó con Velasco Carballo ni funciona con Medina Cantalejo ahora. ¿Razones? Quizá la realización técnica no es perfecta, tratándose de un aspecto clave. Pero lo fundamental es el protocolo para la toma de decisiones, que es una locura y un fracaso total… Mismas acciones administradas reglamentariamente de diferente manera. ¿Cómo puede ser que nadie haga autocrítica? Hay demasiado narcisismo en el CTA y en la Federación, que controla a los árbitros. Y vamos a escándalo semanal…«.
En el propio CTA se ha colado por las rendijas una cierta paranoia persecutoria. «Si los clubes no quieren el VAR, se quita», dicen fuentes autorizadas del organismo que está hoy en el centro del mayor escándalo de la historia del deporte español. «No habría ningún problema, el VAR es un servicio que se presta a la Liga y no estamos ni a favor ni en contra de él». El CTA defiende la calidad del trabajo efectuado y recuerda que España fue el único país del mundo con tres árbitros VAR en el último Mundial (eso sí: los tres árbitros VAR se volvieron a casa en cuanto lo hizo Mateu Lahoz, tras el caliente Argentina-Holanda), además de ser el país con más designaciones de Europa en la Champions League.
Alfonso Pérez Burrull, exárbitro internacional y hoy comentarista en Radio Marca, explica a este periódico que gran parte de los problemas del VAR provienen de «conjugar la intensidad de lo que ves en el campo con la foto posterior. La clave es la intensidad, y eso no te lo valora la imagen. Pero a la hora de la verdad, la imagen condiciona más que la intensidad. Sucede como con la cámara lenta: el protocolo VAR recomienda que las jugadas no se vean en parado, si se puede. Porque hay que medir la intensidad. No es el mismo 'feeling' el que tienes en la sala que en un campo del fútbol. El VAR actúa en caso de error obvio, claro o manifiesto. Para mí la línea roja es la intensidad, no el contacto. El fútbol es el único deporte que se juega solo con los pies: el contacto es inevitable. Debe prevalecer la apreciación del árbitro sobre la intensidad». Y pone de ejemplo un lance reciente entre Militao y Oyarzábal, en el que el delantero donostiarra reclamó un penalti no pitado.
Lo único seguro es que los problemas no se van a solucionar con rapidez, aunque la Federación ha anunciado ya que el videoarbitraje se utilizará por primera vez en España en un partido femenino el próximo 27 de mayo. En público, Medina Cantalejo ha defendido varias veces que ha de ser el árbitro principal el que tome la última decisión sobre el campo. «Si te llaman desde el VOR y para ti no es un error grave, no cambies tu decisión», dijo recientemente; «el árbitro de campo tiene que tener la última palabra». Pero, por otra parte, ha justificado su ardor disciplinario por la protección de la salud de los jugadores. «Algo más de arbitraje sabemos nosotros y no personas que pueden estar criticando», ha dicho Cantalejo en más de una ocasión; «si es tan fácil, ven y dinos cómo para que lo hagamos». De cualquier forma, lo que se observa sobre todo es un aumento de las segundas amarillas: «Creo que la tarjeta amarilla por ataque prometedor la están llevando un poco al máximo», afirma Pérez Burrull.
Aunque se acepte de antemano que no hay una fórmula magistral para lograr el acierto absoluto, tampoco parece que vaya a ser el momento por ahora de discutir sobre mejoras técnicas que reduzcan la arbitrariedad (o la impresión de arbitrariedad) en la toma de decisiones. El 90% de los clubes españoles cree que la organización arbitral debería explicar públicamente sus decisiones sobre jugadas controvertidas después de cada jornada, con imágenes (como se hace en Estados Unidos, por ejemplo). La postura oficial del CTA es que harán «pública cualquier reflexión a todo el mundo a la vez», cuando consideren «oportuno».
Persecución
En un momento de escrutinio obsesivo de los árbitros y de sus comportamientos por la onda expansiva de los pagos millonarios del Barcelona al exvicepresidente del CTA durante dos décadas, entre críticas airadas por la «persecución» a la que estarían siendo sometidos e incluso con una amenaza de huelga para frenar «el clima de hostilidad y violencia» que están viviendo, los árbitros se han vuelto a situar en el centro del conflicto eterno que enemista a la Federación y a la Liga (un ecosistema nada benéfico para la búsqueda de soluciones sensatas a largo plazo).
Los clubes apuestan por una mixtificación del sistema, parecida a la ya existente en el fútbol inglés y alemán, donde un organismo independiente gestiona la actividad arbitral (y el servicio resulta bastante más barato que en España). La Federación, como es comprensible, se niega a perder la competencia excluisva, dando pábulo a los que sospechan que los colegiados son también una silenciosa y efectiva herramienta de poder en el circo del fútbol.
Hace unos días, la productora Mediapro (socia de la Liga y actual encargada de los servicios audiovisuales del VAR) consiguió que un juez paralizase el concurso organizado por la Federación para adjudicar el servicio durante los próximos años. Las noticias sobre Negreira y sus corruptelas siguen llegando a ráfagas mientras hay agresiones graves a colegiados en Brasil y nuevas noticias sobre amaños en Italia. Hay mucha presión en la olla. Tanta, que los pájaros están empezando a tirar a las escopetas.
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