COPA AMÉRICA
América es celeste
Uruguay dominó la final y borró a Paraguay del mapa (3-0) gracias a dos goles de Forlán y uno de Luis Suárez. Con quince campeonatos, supera a Argentina
BORJA DE MATÍAS
Según te sientas en el Monumental, los recuerdos te trasladan directamente a otra época. Resulta difícil no mirar hacia la portería del fondo norte y no imaginarse a Kempes correr con los brazos abiertos tras marcar el gol que hacía a Argentina campeona del ... mundo . Ese día, ‘el Matador’ se encumbró como uno de los mejores jugadores del mundo. Hoy, treinta y tres años después, lo hizo Luis Suárez.
Por arriba, por abajo, jugando de primeras, cayendo a banda, solidario con el equipo, incisivo, listo, y sobre todo, con hambre. Hambre de fútbol. Por ahí llegó la victoria de Uruguay.
A ello ayudó también Martino, técnico paraguayo, y futurible entrenador de la selección argentina . Si por él hubiese sido, hubieran quedado directamente para jugarse la final a los penaltis. Dejó a Barrios y Estigarribia en el banquillo, y a los cinco minutos, después de que Fagundes perdonase la roja a Ortigoza tras salvar con las manos un remate de cabeza de Coates, y de que Uruguay sacara tantos córners como veces se acercó al área se dio cuenta de que esa película tenía otro guión distinto al de la última semana.
Uruguay no ha inventado el fútbol, pero tiene muy claro cuál es el suyo . Con la línea de presión muy adelantada, extremos abiertos, dos stoppers, y arriba Suárez y Forlán es más que suficiente. Así llego el primero. Presión asfixiante, robo de balón, la pelota que le llega a Suárez y no perdona con la zurda. 1-0 y la sensación unánime de que se hacía justicia. Por Tabárez, por el triunfo de un estilo, y hasta por el triunfo poético de los buenos sobre los malos, la racanería de Paraguay merecía ese castigo.
El monólogo celeste fue tomando protagonismo a medida que transcurría la primer mitad . Lo hizo por inercia, aprovechándose de la inoperancia paraguaya y era cuestión de tiempo que llegara el segundo. Le tocó a Forlán, que había errado un mano a mano ante Villar, remató con violencia un pase de Arévalo Rios para sentenciar la final antes del descanso.
Aún así, Martino no cambió, y únicamente dio entrada a Estigarribia cuando se le habían terminado los motivos e ideas . Demasiado tarde para desarmar a una selección uruguaya que siguió fiel a su trabajo, su presión y sus valores de equipo, como mostraron en el último gol. Imperdible. El ‘tata’ González robó el balón en su área y habilitó a Cavani, que llegaba por la izquierda. Éste, cambió de banda para Suárez, que de cabeza sirvió a Forlán para que firmase el cuadro. Ahí, el delantero del Atlético de Madrid levantó los brazos, gritó y vio como el sueño de ganar algo importante con su selección se cumplía después de un año complicado con el Atlético .
El triunfo final de Uruguay es la culminación de un trabajo de base enorme, de la confianza en unos valores y en un equipo que, tras el cuarto puesto en la pasada Copa del Mundo en Sudáfrica, ha demostrado que las casualidades no existen. Uruguay es más que eso. Lo dice su historia, y sobre todo, su fútbol.
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