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Qué tienen en común el Celta y Estambul

Sólo con 18 días de diferencia, y aunque por motivos opuestos, Zidane y Valverde salvaron de milagro la cabeza

Zidane y Valverde, en el clásico de diciembre en el Camp Nou EFE
Salvador Sostres

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Desde que Zidane regresó, tras su etapa gloriosa de las tres Champions consecutivas, su tono en el vestuario había pecado de arrogante y de autoritario. Demasiado persuadido de su éxito, y convencido de que era sólo suyo, trató a los jugadores con displicencia y olvidó ... que la primera norma de un entrenador es saber administrar los egos del vestuario. Por imponer su criterio, a menudo contra la lógica más elemental, presentaba alineaciones incomprensibles que tenían por objetivo, mucho más que jugar y ganar, el castigo de algún miembro de la plantilla o el sostenerla y no enmendarla contra toda racionalidad. El Madrid no jugaba a nada, los resultados eran decepcionantes y el presidente del club, Florentino Pérez, tenía tomada la decisión de cesarlo si el equipo no volvía de Estambul con una victoria. Era el 22 de octubre, el Madrid derrotó al Galatasaray por 0 a 1 –gol de Toni Kroos en el minuto 18– y Zidane conservó su cargo. Desde entonces, el entrenador cuidó más sus modos, mejoró su relación con los jugadores y el equipo empezó a jugar mejor y a obtener triunfos meritorios.

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