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Suiza-España

La delicada gestión de la portería de España

El mal momento de Kepa y De Gea en sus equipos obliga a un esfuerzo extra para recuperarlos anímicamente

Javier Asprón

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A Kepa le entró el gusanillo de ser portero cuando, con cinco años, le regalaron sus primeros guantes. Le quedaban enormes, pero le gustaba tanto el diseño y el color que se negó a ir a la tienda a cambiarlos. Con ellos hizo ... sus primeras paradas y siguió utilizándolos hasta mucho después de llenarlos por completo con sus manos. Nunca quiso ser otra cosa que guardameta. De Gea , en cambio, prefería marcar goles a detenerlos cuando era pequeño. Pero en su caso resultó decisiva la influencia de su padre, también portero, que en los estadios se sentaba junto a su hijo detrás de las porterías para fijarse en los mejores. Sus buenas dotes bajo el arco terminaron por decidir su destino. Ambos saben que los porteros, en esto del fútbol, son diferentes al resto. Que están hechos de otra pasta. Un acierto suyo nunca lucirá lo mismo que un gran gol. En cambio, cualquier error siempre destacará mucho más que el de otro compañero, por lo que las críticas y la presión suelen ser también mayores. Pero una cosa es saberlo, y otra aceptarlo sin más.

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