El geriátrico agoniza y gana en Praga

Entusiasta afición local, pródiga en toda clase de cánticos. En estos países que fueron comunistas, aunque han pasado ya algunas generaciones, las masas continúan estando muy bien adiestradas. La semilla del mal permanece, tal como en Cataluña tardaremos décadas en superar el fundamental atraso que es y representa este gusto tan truculento por la demostración callejera como argumento.

En el minuto 26, la única ocasión del equipo había sido la del gol. En el 28 tuvo un disparo cercano Suárez, que salió muy desviado. El uruguayo lleva cuatro años sin marcar lejos del Camp Nou en la Champions. El Slavia continuaba haciendo lo suyo, y era más brillante en la creación que en la realización. Sabía crear ocasiones interesantes pero se perdía cuando llegaba el momento de concretarlas. La niebla cada vez más baja le daba al partido un aire fantasmagórico. En el 34, Alba vio la amarilla por un manotazo que un árbitro menos escocés habría podido considerar una agresión y echarle. Justo a continuación, Ter Stegen , con dos paradones consecutivos, evitó lo que parecía inevitable. Al límite del descanso, un fallo de Piqué -no era el primero- estuvo a punto de propiciar el empate, pero el disparo salió ligeramente desviado. Prácticamente inéditos De Jong y Arthur. El Barça leyó bien el partido pero fue incapaz de controlarlo. Un equipo con delanteros más finos, nos mete cuatro.

Tecl entró por Zeleny. Iba a por el partido el Slavia, que salió veloz, alarmado, hasta compulsivo en sus ataques. El Barça impreciso, inmaduro, fallón como un equipo que no sabe qué es la Champions, se limitaba a defenderse hasta que muy merecidamente el Slavia, mediante un disparo de Boril, empató el partido y dejó en evidencia las enormes limitaciones del geriátrico cuando un equipo fuerte y joven, aunque sea torpe, le ataca. La miseria de Valverde, que volvió del descanso a la defensiva, no nos pasó por alto. Roma y Liverpool como un eterno retorno. Un cobarde es un cobarde en cualquier rincón de Europa. Mal partido de Piqué, el Slavia estaba pasando materialmente por encima del Barcelona.

Pero la suerte también juega y Olayinka en propia puerta volvió adelantar al Barça, corrigiendo un disparo de Suárez que no entraba. El Slavia insistía e insistía, y lo que acreditaba con el mérito no podía concretarlo con el resultado por evidente falta de calidad individual. En esto último, Messi brillaba en algunas acciones que no por fallidas dejaban de ser hermosas. Dembélé entró por Griezmann. Suárez pudo marcar pero perduró la maldición de los cuatro años y Messi falló el tipo de remate que nunca falla. El Slavia dio en algún momento señales de cansancio pero sobre el 80 volvió épicamente a la carga, con ataques tan heroicos como poco elaborados, y si el Barça -agónico como un abuelo que se ahoga cuando juega a tenis contra su nieto- no perdió el partido no fue porque no hiciera todo lo que hay que hacer para lograrlo.