Resultado Real Madrid-Girona
El Girona toma el Bernabéu
Le dio la vuelta al marcador con una gran segunda parte. El Real Madrid se vuelve a alejar de la Liga
Crónica
El Madrid ha desarrollado un sistema de alertas y respuestas por el que falla sin misericordia en cuanto puede meterse en la lucha por la Liga.
Así, lo que ganó en el Metropolitano contra el Atleti lo perdió en el Bernabéu contra el Girona. Su ... segunda parte fue un horror futbolístico que debería ser, pase lo que pase en Champions, lo primero en lo que se piense este verano a la hora de tomar decisiones. Una segunda parte de dossier.
La mejoría del Madrid se ha venido explicando de dos formas. Una, defendida por la corriente mayoritaria, habla del tono físico: Pintus. Con Pintus se quiere dar vida a lo que hasta hace dos meses no la tenía.
Otra corriente lo simplifica y personaliza todo: el cambio fue Vinicius. Se añadiría, quizás, el dúo Lucas-Reguilón, con los que Solari, como ya hizo Zidane, añadió trabajo y velocidad. Una nueva escala de méritos basada en lo que se suda. De hecho, es raro que renuncie a los dos, y cuando lo hace, como contra el Girona, el Madrid vuelve a ser el equipo mediocre de inicio de temporada. Si además falta Modric, el apagón es completo. Personalizando aun más, lo que le hizo Portu a Marcelo fue serio, fue gore, fue una escabechina profesional. Por mucho menos Isco se ha caído del equipo. Marcelo, en realidad, es la segunda baja del año. Entra en las convocatorias y en las alineaciones, pero no se puede decir que esté.
Hubo muy buena entrada en el Bernabéu, sol y unas ganas de fútbol rápidamente defraudadas. El Girona, que volvía al Bernabéu habiendo agravado su condición de peor equipo del 2019, corrigió su sistema de salida. Dejó la defensa de tres y dobló la atención por las bandas en una especie de 4-1-4-1 muy útil de inicio. En ese momento del partido, a Eusebio le preocupaba lo que pudieran hacer Marcelo y Odrizola. Pasados 90 minutos, fue al revés.
El Madrid salió concentrado, con la presión arriba, serio, y triangulando en busca de un activo Asensio que terminaba sus jugadas con centros más predecibles que un episodio de Cuéntame. El Madrid, sin querer, volvía a lo anterior. El centro en lugar del desborde.
Al Madrid le faltaba una marcha, y una ruptura por fuera. Le faltaba Vinicius. Se volvía al estatismo bien conocido, una monotonía de toque y posición que rompió Lucas en el 17 entrando en el área con un curioso autopase por elevación.
Stuani respondía chutando a la contra. El Girona estaba mucho mejor que en Copa, pero lejos aun de inquietar.
Pasaban los minutos y Benzema no era el rompedor fenómeno de los últimos tiempos. Se parecía más al Benzema de siempre. Quizás, y hay que insistir, no es que Benzema haya enseñado y mejorado a Vinicius con su magisterio; más bien Vinicius ha mejorado a Benzema, que sin el brasileño exhibió su elegante rigor mortis en el área pequeña.
El Madrid estaba bien puesto, controlaba el juego pero no rompía, y su gol tuvo que llegar a balón parado. El rechace de un córner lo volvió a colocar con mimo Kroos para el cabezazo poderoso de Casemiro, Laocoonte entre centrales.
El gol cambió poco. La defensa del Girona se hizo un poco más permeable, si acaso, sin llegar nunca al desbarajuste, y su ataque consistió todavía en resignadas subidas por la izquierda que acababan en centros algo rifados para Stuani.
El Madrid tuvo su mejor ocasión en el 31, un pase de Odriozola que no llegó a rematar Benzema. Fue la única fulguración por banda del Madrid, que centró a Lucas y Asensio para ganar superioridad en la media generando, al final, una acumulación algo confusa y una excusa para el escaqueo definitivo de Ceballos.
Controlaba el partido, pero con un juego lento, más bien pesado, al ritmo de Kroos y Casemiro, los mejores entonces.
Pero todavía era sólido para bien, estable en el buen sentido. El Girona no provocaba peligro alguno y un cierto tedio se apoderaba del ambiente a esa hora del vermú en que se nota más.
Marcelo dio un solitario, tronchado y lejano derechazo al que respondió Granell con más fuerza e intención, recordando a los presentes que el partido estaba vivo. La jugada tenía importancia, porque ya se vio la facilidad excesiva con la que llegó.
Pero no hubo mucho más antes del descanso, y, para colmo, los últimos minutos se tramitaron con consultas al VAR excesivamente burocráticas que paralizaron el partido, a mitad de camino entre la NFL y una obra abierta en plena calle que contemplasen setenta mil personas.
Los cambios de Eusebio, sin respuesta
Eusebio hizo un doble cambio en el descanso. Pons y Porro fuera, Lozano y Aleix García dentro. El esquema se acercaba a un 4-3-3 más ofensivo. Si en la primera mitad intentó bloquear las bandas, en la segunda intentaba incomodar a los ofensivos laterales del Madrid. Lo consiguió, sin que Solari pudiera responder a ese cambio en ningún momento.
El Madrid seguía en la misma línea. Sin Vinicius y Modric parecía un mitin. Algo previsible, anodino, planísimo.
Quedaba claro que el Madrid último es un Frankenstein cuya electricidad se llama Vinicius.
Benzema falló un remate claro al segundo palo, en el 51, tras un buen pase de Asensio. Debe decirse porque falló cuando pudo haber resuelto el partido. Benzema volvió a ser el enemigo del gol.
Entró Vinicius en el 58, pero su efecto fue neutralizado porque inmediatamente marco el Girona y porque el que se marchó fue Lucas, agrandando más la soledad y los problemas de Odrizola. En el 59 ya hubo un aviso. Un centro de Portu por la derecha lo remató Lozano sobre Odriozola, impotente por bajito. Paró Courtois y remató solo Aleix García, perdonando.
No solo era la ocasión. Granell ya aparecía mucho, controlaba el mediocampo. El Madrid empezaba a ser dominado.
En el 64 llegó el penalti que daría lugar al empate. De nuevo un centro por la derecha, de nuevo un remate libre de Stuani, que dio al palo, y de nuevo un rechace suelto que Ramos obstaculizó con manos. Vio una generosa amarilla y Stuani marcó el penalti.
Portu había creado muchos problemas volcado en la derecha, y la tendencia se agravó. Destrozó a Marcelo y se echó intensamente de menos a Reguilón. En el 70 disparó al palo tras irse como una centella del lateral y en el 75 marcó el 1-2: pérdida de Odriozola en el origen, otra parada escupida de Courtois, y remate llegando de Portu sin el debido cierre de Marcelo.
Solari no respondió en esos minutos de naufragio del Madrid. El centro del campo estaba roto por completo y las bandas se encendían de luces rojas como las pistas de un aeropuerto. Optó por la ofensiva nominal. Entró Bale y luego Mariano y el centro del campo se le despedazó aun más. A la espalda de Casemiro había auténticos happenings.
Vinicius entró en juego ya muy tarde, con dos jugadas en el 76 y 79, y quedó solo la épica madridista con envíos largos para Mariano y sus saltos de piñata. Pero ni siquiera ese recurso salió bien y Ramos acabó expulsado por una segunda amarilla en un intento de chilena que casi decapita a Stuani.
La más clara ocasión del Madrid quizás fuera un remate de Courtois, que en el 95 subió a rematar un córner libre de marca. El único libre de marca de la mañana. Lo único en lo que Solari pudo decir que había ganado a su colega Eusebio. El Madrid no quiere la Liga. El Madrid no puede con la Liga.
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