Purgatorio en vez de milagro
El Real Madrid acaba sin victoria una Liga cuya verdad se decidió en los duelos directos con el Barcelona
Purgatorio en vez de milagro
En busca del título de campeón imploraba el Madrid en Málaga lo que se había dado en llamar un milagro, pero la justicia divina —hacerse milagrero es invocar a Dios— en vez de premio sobrenatural le dio purgatorio. El Madrid no está para glorias, y ... Florentino Pérez no encuentra su paraíso perdido. El presidente quebrado ha subido (bajado) su fracción hasta 3/21. Tres títulos ganados de 21 (Liga, Champions y Copa del Rey) que el equipo ha querido bajo su mando. En los 18 intentos fallidos las plantillas han ido cambiando; el presidente, no. El presidente redunda en el error más que las plantillas.
Justo es decir que en caso de éxito no hubiera sido propiamente un milagro, sino una conquista, una devoción que daba con el mazo mientras rogaba a Dios por ese cielo extraviado. El Madrid ha sido segundo con la puntuación más alta de su historia. Su único pecado ha sido caer ante el Barcelona. En sus duelos directos se libró la verdad de la Liga. Ahí pintaba mustio el jardín en el que se había metido Pérez. Su narciso, Cristiano, se fue de rositas. Esos días, justo esos, se marchitó.
En el cierre liguero, el fervor del Málaga tuvo para permanecer en Primera la recompensa que para el título le negó al Madrid la goleada del Barça al Valladolid. La Rosaleda recreció con los goles azulgrana y el Madrid perdió la ilusión, primero, y el ilusionismo a continuación. No le quedó más truco, para un final digno, que la entereza de gente como Marcelo y Van der Vaart, que a pesar de que la Liga era ya ceniza blanca respetaron lo más sagrado que hay en el fútbol (el fútbol de élite, se entiende): el precio de la entrada. Mientras Guti puerilizaba en el banquillo y Ronaldo se descristianaba con la fe hecha polvo, ellos mantuvieron el tipo contra Munúa.
El portero del Málaga voló de aquí para allá —ángel salvador— para proteger a su equipo contra el frenesí artillero del Madrid, activo hasta en los partidos malos. Paró remates de Cristiano, Van der Vaart, Marcelo, Granero, Benzema... No lo abatieron cabezazos, chilenas ni voleas, y solo pudo ser gol una media vuelta de Van der Vaart. Fue (m. 49) el 1-1 que nivelaba el partido después de la pared exquisita del talentoso Duda con Caicedo (m. 9) para dar ventaja al equipo local. El Málaga se aferró a su tesoro atrás, al amparo de Munúa, y la disuasión que no lograba su cerrojo la ponía el mal terreno de juego, piso seco, pelota botona, hierba alta, un falso campo donde crear el juego era casi tan quimérico como ganar el título. Sobre el bacheado, y limitada aún más por la posición de Alonso delante de Gago, volvió a quedar corta la media blanca, un problema que ha persistido toda la temporada.
Pérez, visionario, dijo hace años: tanto talento se junta en el Madrid, tanto, que hay que inventar para este equipo un nuevo tipo de entrenador. Pellegrini tampoco le valdrá, tal vez, para esa invención. Lo que realmente hay que inventar es un nuevo tipo de presidente para el Real Madrid.
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