Fúbol
El Papa Francisco: «Maradona era un poeta, pero también un hombre frágil»
Reveladoras reflexiones del Sumo Pontífice sobre el ídolo argentino, muerto el pasado mes de noviembre
El Papa comienza el año con una audaz entrevista en la que combina consejos para la vida y el deporte. La publican el diario italiano «La Gazzeta dello Sport» y su suplemento «Sportweek». En ella Francisco habla del doping, de Maradona y de las derrotas.
Todo el mundo conoce su afición al fútbol. Aunque ahora sabemos que sus amigos le obligaban a jugar en la portería porque era un «pata-dura». «Para mí fue una escuela de vida , porque el portero debe estar dispuesto a afrontar problemas que llegan desde cualquier ángulo», confiesa a Pier Bergonzi, director de la revista italiana Sportweek.
Francisco recuerda qu e jugaban «en la plazoleta cerca de casa, con una pelota de trapo» . «La de cuero costaba dinero y nosotros éramos pobres … Pero nos bastaba un balón así para divertirnos y hacer milagros», explica.
Francisco, que también practicó el baloncesto, siente ahora simpatía por el rugby . «Es un deporte de duros, pero no es violento. Es más, la lealtad y el respeto del rugby son modelo de comportamiento».
Cuando le preguntan por Maradona recuerda que lo conoció en Roma, para el Partido por la Paz que él mismo convocó en 2014. «Maradona era un poeta en el campo, un gran campeón que ha regalado alegría a millones de personas, en Argentina y en Nápoles. Era también un hombre muy frágil». «Cuando me dijeron que había fallecido, recé por él e hice llegar a su familia un rosario y un mensaje de consuelo», asegura.
Critica duramente el dóping pues «no sólo porque es hacer trampas, sino porque es un atajo que anula la dignidad. El talento es un don que has recibido y debes trabajar para cultivarlo».
El Papa no cree en los self-men. «Si miramos la historia del talento, muchas personas con talento se han perdido a causa del desorden del corazón», recuerda. «Sin entrenador no puede nacer un campeón. Hace falta que alguien apueste por ese deportista, que le dedique tiempo, que sepa ver en él posibilidades que nadie haya visto. Y no basta entrenarlo físicamente, hay que saber hablarle al corazón, motivarlo y corregirlo sin humillar».
Evita desvelar a qué deportistas admira, pero dice que aprecia a los que son «conscientes de la responsabilidad de su talento» , pues «cuando un campeón olvida este aspecto, pierde la belleza de ser un campeón».
«Es triste ver a campeones riquísimos, pero sin ganas, casi burócratas de su deporte», reconoce más adelante. «Mi augurio es que aprendan la virtud de la templanza, la capacidad de no perder el sentido de la mesura. Así podrán testimoniar valores como la honestidad, juego limpio, dedicación», pide.
A lo largo de la entrevista mantiene un triple registro en el que el Papa habla indistintamente de la vida, del deporte y de la religión. Por ejemplo, cuando dice que «también la derrota tiene algo de maravilloso».
«Quien está acostumbrado a ganar siempr e podría caer en la tentación de sentirse invencible. La victoria a veces puede volverte arrogante y hacerte creer que ya es suficiente. La derrota lleva a meditar, a preguntarse por qué hemos perdido, hacer examen de conciencia, analizar el trabajo hecho. Por eso, de algunas derrotas nacen preciosas victorias: individuado el error, se enciende la sed de recomenzar. Quien vence, no sabe lo que se pierde».
En la entrevista, Pier Bergonzi le recuerda que Michael Jordan decía que «si uno se rinde una vez, se convierte en una costumbre», y pregunta al Papa cuál es su secreto para no rendirse.
«Yo rezo. Necesito recordarme que juego en un equipo en el que el capitán tiene derecho a tener la última palabra. Rezo para poder reconocer qué quiere decirme. Y me fío de Él, porque es un entrenador que no se rendirá jamás, ni siquiera ante mi fragilidad. Y luego estoy cerca de los pobres, de noche pienso en los que viven cerca de San Pedro. Su resistencia me inspira, y su presencia me protege», confiesa.
«¿Un deseo deportivo para este año?» «Lo digo para todos, no sólo para los deportistas: es mejor una derrota limpia que una victoria sucia. El mejor modo de jugarse la vida es con la cabeza bien alta», concluye.
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