El silencio de Mourinho

Que el Madrid se marchase de los partidos oficiales con 120 goles y 100 puntos y haya vuelto enlazando un empate y dos derrotas (racha inédita en los dos años previos de Mou con el equipo) basta para dejar sin saber qué decirles a sus jugadores a un entrenador curtido en lidiar batallas con los vestuarios más elitistas del mundo.

Lejos del "mister" paternal que acudió a empatizar con sus jugadores después de la eliminación en Champions contra el Bayern, este Mourinho hizo el domingo por la noche un gesto insólito. Pasó fugazmente por el vestuario y acudió a la sala de prensa sin haberles dirigido la palabra a sus jugadores . Recurrió al silencio cuando los que le conocen habrían esperado un enfado monumental.

Es más, tampoco dejó claro que supiera cómo gestionar la situación con la prensa sin haberla tratado antes con la plantilla. "Es complicado. Hay cosas que pienso que un entrenador no puede discutir con la prensa porque con los jugadores no he discutido. No tienen 'feedback' de lo que pienso y es muy difícil para mí discutirlo con vosotros. No me parece correcto que ellos vean mis reacciones en la prensa cuando no tienen ninguna reacción mía en el vestuario", afirmó un atípico Mourinho.

En el fondo, la crisis no es difícil de leer. El Real Madrid de Mourinho es un equipo muy dependiente de la forma de sus jugadores . Las grandes aportaciones del portugués a los calendarios de entrenamientos han sido las exhaustivas sesiones de preparación física a cargo de Rui Faria. Cristiano Ronaldo ya ha admitido que llega desfondado, y el problema resulta extensible a una plantilla que ha tenido el verano intenso. El primer análisis cuando el Madrid va mal suele fijarse en la defensa de las jugadas a balón parado . Algo que no sucede cuando está el equipo está entonado, pese a que el error se repite... pero queda compensado por la cantidad de ocasiones y de goles generados.

La situación se asemeja al comienzo merengue de la temporada pasada . El Madrid que ganó la Liga con el récord de puntos arrancó con un empate y una derrota en las cuatro primeras jornadas y perdiendo la Supercopa. El problema, en este caso, es que la mala racha se ha condensado en apenas una semana. Y con ello, las sensaciones se intensifican. La desgana, la falta de esfuerzo, la carencia de un estilo de juego cuando falla la dinámica de contras...

El año pasado, la respuesta de Mou fue la irritación. El luso sacó los dientes, apretó las tuercas a la plantilla e incendió las ruedas de prensa. Instantáneamente, saltaron los rumores de mala convivencia en el vestuario , algo que los jugadores negaron y que hizo al técnico ofrecer algún detalle más amable. Como la barbacoa que organizó con la plantilla antes de un partido contra el Español que los blancos terminaron ganando por 0-4. En Cornellá comenzó a revertirse la racha.

En pleno mes de agosto, la situación tiene poco de irreversible pero hay escenas que son nuevas. Como la de un Mou que conduce su enfado hacia el silencio. Tendrá que romperlo y hablar con sus jugadores en el entrenamiento del lunes por la tarde . Demostrar su fama de entrenador más especialista en motivación que en pizarra.

Por si fuera poco, actúa contrarreloj. El equipo tiene poco más de dos días para hacer autocrítica, asumir los errores y encontrar algo de tono antes de la vuelta de la Supercopa contra el Barcelona. Iniciar la temporada con los azulgrana levantando un título en el Bernabéu puede echar mucha más leña a un fuego que ya está encendido. Si eso sucede, el silencio de Mourinho podría convertirse en el instante de calma previo a la tempestad.