Mirandés 0 - Real Sociedad 1
Fiesta de la Real en Anduva
Los donostiarras, 32 años después, llegan a la final de la Copa del Rey después de terminar con el sueño del Mirandés, cuyo torneo es para recordar
Crónica
Anduva , convertido en una especie de templo del fútbol modesto, el fútbol de toda la vida que tanta nostalgia despierta en estos tiempos de moderneces y estridencias, reconoció a la Real Sociedad , un equipo estupendo que ya tiene, por fin, una ... batalla de la que presumir en este siglo XXI. Sus éxitos se quedaron en el pasado, en aquel boom del fútbol vasco de los ochenta, y el 18 de abril estará en La Cartuja después de despertar de este precioso sueño al Mirandés , que ha sido un poco el equipo de todos en esta renacida Copa.
Algo tiene este conjunto de pueblo que enamora y que prolonga un hechizo especial con un torneo en el que ya rozó la hazaña en 2012 cuando entonces se jugaba a ida y vuelta, seguramente más meritorio que lo de ahora, también porque estaba en Segunda B. Hoy se faja en Segunda, uno más del pelotón, pero en la Copa se ha comportado como un equipo de primer nivel, capaz de dejar por el camino a Celta, Sevilla y Villarreal alimentado siempre por el calor de su gente y por la magia del respetado Anduva, que estuvo a reventar.
Al cuadro burgalés se le hizo demasiado larga la eliminatoria, y eso que se trajo de Anoeta un resultado esperanzador. Ahí cayó 2-1, pero perdió el factor sorpresa al tener que disputar la semifinal en dos entregas, puede que lo peor de esta Copa y algo a revisar por parte de la Federación (¿por qué no a partido a único hasta la final?). Además, y es justo decirlo, tuvo 36 horas menos de descanso que la Real para la vuelta y las piernas pesan lo suyo a estas alturas. No es excusa, no debería serlo, pero sí que es cierto que al Mirandés se le notó desbravado, sin chispa, agotado. Y aun así, se vació hasta que no le quedó nada , persiguiendo el milagro hasta el final en un intento a la desesperada. Un aplauso infinito para esos chicos.
Salió un partido más emocionante que atractivo, con un primer tiempo de permanente amago de pelea sin que nadie soltara el puño. A ambos les iba bien alargar el 0-0, pero la Real recelaba y fue quien más hizo por buscar la portería del rival, dueña de las ocasiones más claras. Janujaz , por la derecha, tuvo un par de aproximaciones de cierto peligro y Willian José, con un tirazo desde la frontal, exigió la intervención de Limones. Los locales, por su parte, vivían de las acciones a balón parado que ejecutaba Merquelanz (excelente zurda) y en un saque de esquina dieron un susto. Bueno, en realidad fue un sustito.
Con poco, la Real se fue adueñando de la noche y le llegó el premio antes del descanso con un penalti sin discusión por mano de Malsa, torpe a la hora de bloquear el centro de Zaldua. Oyarzabal, que tiene un estilo muy peculiar, acertó desde los once metros y dio la sensación de que ahí se terminaba todo, fin a la maravillosa historia del Mirandés de Iraola. Necesitaba dos tantos para forzar la prórroga, demasiado camino por recorrer y más con tan poca gasolina.
Sin sufrir la Real
Pudo quedar todo visto para sentencia al primer minuto de la reanudación con un zapatazo perfecto de Janujaz que se estrelló en el larguero y el Mirandés se lamentó poco después por un remate de Guridi que desvió Zaldua en un mar de piernas. Con todo, no sufría la Real, pero el 0-1 le obligaba a estar en tensión, muy serio el equipo de Imanol Alguacil . Su Copa, y más después de destrozar al Madrid en el Bernabéu, también es de traca.
El combate, por ser generosos, siguió siendo aburrido en el segundo acto y cuesta encontrar acciones interesantes que destacar. Matheus , uno de los héroes de este torneo, tuvo un rematito de cabeza que no inquietó más de la cuenta y la Real, con los cambios, transmitía la misma seguridad sin despeinarse más allá de los clásicos apuros propios de cualquier epílogo copero.
La última fiesta donostiarra fue en 1987, cuando la Real de Arconada, Bakero, Beguiristain, López Ufarte y compañía, con Toshack en el banquillo, alzó su segunda Copa al derrotar al Atlético. Un curso después perdió en la final ante el Barcelona y han pasado desde entonces 32 años, un viaje repleto de curvas con bonitas experiencias europeas y con capítulos tenebrosos con el descenso de por medio. Ahora le toca disfrutar, qué menos, sin olvidar que en la Liga tiene la zona Champions a tiro. Se ha ganado ser el equipo de moda de esta temporada y también se ha ganado soñar, que es lo que ha hecho durante todo esto tiempo el entrañable Mirandés. Honor para él, gloria para la Real.
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