Mejuto, de la oficina de correos de Oviedo a Estambul
MADRID. En la cuenca minera de Asturias, el valle que recorre Turón desde Figaredo hasta Langreo, quedan pocos picadores. El pozo de Santa Bárbara apenas produce carbón y la población emigró a Oviedo, Madrid o Barcelona. Manuel Enrique Mejuto González (La Felguera, 40 años) podía ... haber sido dinamitero, pero eligió dos vías alternas para su vida. Es árbitro y funcionario. Hace 27 años un profesor del colegio le propuso dirigir una pachanga y de esa idea surgió el tercer árbitro español que pita una final de la Liga de Campeones, el cénit para el colectivo más denostado del fútbol. El Milán y el Liverpool, en manos de Mejuto.
El trencilla asturiano tiene fama de dialogante. Más que eso, extrovertido y parlanchín, muy de su tierra. En uno de esos ramalazos de locuacidad, patentó la frase más famosa del arbitraje español en los últimos tiempos. Aquel «¡Rafa, no me jodas!» dedicado a su linier Rafa Guerrero, que decretó por error la tarjeta roja para Aguado en un Zaragoza-Barcelona a la indicación de «el 6, penalti y expulsión». Fue un episodio del que se repuso Mejuto González y en el que se retrató su auxiliar, el linier que más arriesga. Guerrero y Mejuto dejaron de ser pareja y el primero acompaña ahora a Rodríguez Santiago, castellano-leonés como él.
Árbitro de Primera división desde 1995 e internacional desde 1999, Mejuto ha escalado en sus dos profesiones. Pertenece a la elite de los quince mejores colegiados europeos de la UEFA y es uno de los directivos de la oficina central de Correos en Oviedo. Y en ese ascenso deportivo tiene mucho que ver su fascinación por el atletismo y la preparación física.
Su fijación por el culto al cuerpo se plasmó a su favor en la última concentración de los mejores árbitros continentales en Nyon (Suiza). Fue el número uno en el test de Cooper. Realizó una marca de 3.600 metros en 12 minutos de carrera continua. Entre sus condiciones (69 kilos en 184 centímetros) y los planes de entrenamiento que le programa Antonio Postigo, el preparador físico del Consejo Superior de Deportes, el asturiano ha llegado a la cima.
La FIFA le eligió para juzgar el partido conmemorativo de su centenario entre Brasil y Francia, aquel duelo en el que los protagonistas vestían uniformes de época al estilo años veinte. La UEFA le designó entre los doce principales de la Eurocopa 2004 de Portugal. Dirigió el Holanda-República Checa y el Dinamarca-Italia. Y éste fue su cruz. Un salivazo de Totti a Poulsen que no vio le apartó de las siguientes rondas. Totti fue sancionado con tres partidos.
Se presenta en la final de Estambul con un dato que no perdurará. El Milán (tres veces) y el Liverpool (dos) nunca han perdido con él. Será el tercer árbitro español en una final después de Ortiz de Mendíbil en 1969 (ganó el Milán) y Díaz Vega en 1996 (Juventus).
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