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Luis de la Fuente

Seleccionador antes que entrenador

Aunque frente a las cámaras ocupen el mismo sitio, los banquillos, el trabajo de los técnicos de clubes y combinados nacionales tiene poco que ver. Luis de la Fuente, responsable de la sub 21, ayuda a entender una labor ignorada

Luis de la Fuente posa para ABC en los campos de entrenamiento de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas IGNACIO GIL / Vídeo: DAVID CONDE

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Ajenos al excesivo ruido del día a día en un mundo tan viciado como el del fútbol, por momentos una parodia de sí mismo, hay quien logra vivir de él en una posición, por qué no decirlo, privilegiada. Los seleccionadores, sin tanto césped y con más aire acondicionado, encarnan un oasis entre el trajín habitual del entrenador profesional. Poco cambia el objetivo principal de técnicos de clubes y selecciones: ganar, qué si no. El proceso, en cambio, distancia las labores de uno y otro hasta el punto de ver al otro como un cuerpo extraño al que, de cuando en cuando, les une el banquillo.

A menudo visto como un premio a una carrera que acaricia su fin, por más que en los últimos tiempos se haya optado por técnicos jóvenes que apliquen métodos modernos, poco conoce el gran público del trabajo que hay detrás del cargo de seleccionador. A Luis de la Fuente, responsable de la selección española sub 21, le cogió en plena progresión. Cuando aceptó el reto de la Federación tenía 52 años y no había dirigido más allá de la Segunda División B. Seis años después, guarda en su vitrina tanto el Europeo sub 19 como el sub 21, además de unos Juegos Mediterráneos. Es, entre otras muchas cosas, el último filtro para los jugadores antes de poner un pie en la absoluta. A punto de dar la primera lista de esta nueva generación que peleará por estar en el Europeo –el viernes ganó 0-1 a Kazajistán y el martes se mide a Montenegro–, abre las puertas de su despacho en Las Rozas para diseccionar las rutinas de su trabajo. Porque lo tiene, todo el año y en abundancia. En un momento de la conversación, un analista entra a la sala y, preguntado por el asunto, estima que no bajan de las 100 horas semanales si están inmersos en una competición. En el último Europeo, sin ir más lejos, dormir más de tres horas al día era un lujo inasequible.

El día a día

Un día cualquiera, De la Fuente y su equipo, una docena de personas, se plantan en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas a primera hora de la mañana, nunca más tarde de las nueve. En función del día de la semana que sea, sus tareas varían. Los lunes toca repasar lo visto durante la última jornada junto al coordinador, Francis Hernández. Se plantean los focos que se pondrán durante la semana. Conforme avanzan los días, se van visionando partidos a los que no se llegó el fin de semana, un total de en torno a 50 cada 7 días. De la Fuente ve, fundamentalmente, Primera y Segunda. Santi Denia, su homólogo en la sub 19, más 2ªB y División de Honor. David Gordo, en la sub 17, lo mismo y Liga Nacional de juveniles. Julen Guerrero, sub 15, se queda con los cadetes. Al mismo tiempo, se habla con los clubes para conocer de primera mano el estado de los jugadores a los que se sigue. También hay relación fluida con las territoriales, básicas para la fase de captación. Sin olvidar los compromisos federativos que deben atendar. «No descansamos nunca. No tenemos más vacaciones que la semana que hay después de los compromisos internacionales de verano. Es un trabajo que no termina nunca, cuando termina una jornada empieza la siguiente», apunta el responsable de la sub 21.

El análisis

El método puede variar de una federación a otra, pero el punto de vista desde el que debe contemplar los partidos un seleccionador es el que da De la Fuente: «Nos centramos mucho en el futbolista. Cuando eres entrenador, analizas principalmente el concepto táctico, aunque en nuestro caso es más importante el concepto individual. El comportamiento del jugador en diferentes sistemas, distintas situaciones de juego, pensando cómo se adaptaría a nuestro planteamiento. No se trata de ver al jugador como un ente individual, sino como una pieza a integrar en un colectivo».

La relación con los jugadores

Mientras que un entrenador al uso dispone de sus pupilos a diario, al seleccionador no le quedan más que un puñado de semanas al año para tratar de inocular en el jugador sus ideas. Es, por tanto, una relación a distancia que debe avivarse sin tanto cara a cara. La tecnología ayuda. «Tenemos contacto fluido con ellos porque necesitamos saber cómo se sienten. Si un club carece de tiempo con 38 jornadas, imagínese nosotros, que nos jugamos la vida en cinco partidos», explica De la Fuente. El contacto no pasa del puro interés por el chico, jamás se entrometen en lo que el club, que a fin de cuentas es quien les paga, les está pidiendo en ese momento. «Evidentemente, nos encantaría que jugaran mucho. Todo», incide.

Los entrenamientos

«En tres días es imposible practicar nada, es un trabajo de año a año», aclara el técnico riojano. Lo ideal, más aún cuando se trata de federaciones que cosen todas las categorías con un mismo hilo, es que los jugadores de la absoluta hayan ido pasando por las inferiores, de manera que traigan el modelo interiorizado. La excepción la ponen aquellos que explotan tarde. No les queda otra que adaptarse. Aunque si visten la camiseta de su país se entiende que son los mejores, y eso pesa.

Coordinación con la absoluta

De la Fuente y Robert Moreno se reúnen cada semana. «Hablamos de todo lo destacable que hemos visto el fin de semana. Eso nos permite pensar en los mismos jugadores», relata el técnico que levantó el último Europeo sub 21. Si todo va según lo planeado, esos mismos futbolistas que se impusieron en Italia hace un par de meses deberían ser los que pueblen la absoluta en unos años. Unai Núñez, Ceballos, Fabián y Oyarzabal –además de Rodri, que declinó participar en el torneo– ya han entrado en la primera convocatoria de Moreno como seleccionador.

El debate entre los méritos y el encaje en el modelo

Lo habitual es que a poco que un futbolista español se entone crezcan las voces que lo visten, en este caso, de rojo. La balanza no siempre se decanta hacia ese lado. En el otro pesa, y mucho, el perfil del susodicho. Cómo puede aprovecharse al jugador en un ecosistema que no tiene por qué parecerse al del club en el que está destacando. «Nuestras competiciones duran unos días, y hay que minimizar errores. Nosotros no estamos para promocionar futbolistas. Cuando competimos, hay que ganar. En la filosofía de un club, entiendo que a veces tienes que apostar por un jugador con más proyección en detrimento de otro que puede estar mejor pero que no va a llegar más allá. Nosotros no. En nuestras competiciones, como haya un jugador que no esté preparado para dar el máximo, nos vamos a casa. Ponerlo sería una irresponsabilidad», desgrana De la Fuente.

Más despacho y menos campo

Aunque reconoce que no es lo mismo que pisar el campo, De la Fuente está encantado con sus obligaciones como seleccionador. Dice que en las concentraciones es donde uno se siente «más entrenador» y que el resto del tiempo se trata de estar «pensando en poner en práctica lo que estás preparando, siempre pensando en el campo». «No tienes la tensión semanal del club, ahí te examinas todas las semanas», asegura el preparador. Y en un país donde hasta el más pintado despacha una lista de 23 convocados distinta de la del seleccionador, que trabaja a la sombra durante el grueso del año, ¿no es un trabajo menos agradecido que el de llevar un club? «Mi cuota de vanidad está satisfecha. Estar, por momentos, ajeno a todo me permite ver el fútbol de otra manera, me da la tranquilidad suficiente para acertar en mis decisiones», cierra De la Fuente.

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