Luis Enrique: «No estamos lúcidos, ya se ve»

En uno de esos misterios que tiene el fútbol, España ha pasado de golear a una potencia mundial como Alemania a sufrir para rascar algo positivo ante Grecia, en el puesto 53 en el ránking FIFA, o para ganar en el último suspiro a Georgia, 89ª en esa misma clasificación. Esta semana aún queda Kosovo, que es la 117 del mundo. Para echarse a temblar.

Luis Enrique esperaba un partido similar al de Grecia y en gran parte fue así, salvo por el hecho de que los georgianos demostraron un poco más de hambre y osadía. Con todo, pese a estar advertidos de que habría que usar pico y pala en Tiflis, lo que no cambiaron fueron los argumentos de la selección. Si en la previa a la selección se le fue la luz del estadio al poco de empezar a entrenar, durante el partido fueron las cabezas de los internacionales las que sufrieron un nuevo apagón. «Desgraciadamente esta es la película que vamos a ver también contra Kosovo», lamentaba Luis Enrique. «No estamos tan lúcidos como habitualmente. Ya se ve. Esto va a ser así siempre. No hay rivales pequeños, especialmente cuando se encierran todos atrás. Si tienes lucidez solucionas esas situaciones, pero si no estás inspirado, vas a sufrir».

Era tal la sensación de desasosiego de Luis Enrique que, por primera vez, reconoció estar «más que preocupado» por el futuro de España: «La selección son estos jugadores que han venido aquí y diez más que pueden venir. Tampoco hay mucho más. Si nos falta fútbol, precisión o frescura jugaremos con el corazón, con la cabeza o con lo que sea, pero España tiene que estar en el próximo Mundial».

La selección volvió a jugar con público, con 16.000 aficionados en las gradas del Boris Pachadze, un 30 por ciento del aforo. En ese ruidoso escenario Bryan Gil y Pedri , los dos pipiolos del equipo, pasaron en Tiflis de revulsivos a titulares. También debutó Pedro Porro, octavo lateral derecho en la era Luis Enrique, y se encontró con la inspiradísima tarde de un extremo delgaducho y de nombre impronunciable: Kvaratskhelia . La exhibición del georgiano sirvió para saber que solo tiene 20 años, que juega en el Rubin Kazan ruso y que a estas horas ya habrá entrado en las agendas de un buen número de clubes.

De las certezas que deja el encuentro es que Unai Simón ha tomado una ventaja de varios cuerpos sobre De Gea en la pelea por ser el guardameta titular, que a Sergio Ramos se le echa de menos siempre, aunque solo sea por la jerarquía que aporta, y que sigue faltando liderazgo para pensar en grandes cosas. Ansu Fati, el otro crack adolescente del fútbol español, irrumpió con estruendo en la selección al inicio de la temporada, y de Pedri se esperaba lo mismo. Pero al menos de momento al canario le pesa la camiseta roja. No aparecieron ni sus pases filtrados ni sus paredes, y al igual que al resto de sus compañeros se le vio falto de ideas. En la segunda parte, como quiera que también merodeaba por el costado izquierdo, se benefició de la buena conexión entre Jordi Alba y Dani Olmo. La entrada del extremo del Leipzig sí resultó decisiva para el devenir del partido. «Necesitábamos esta victoria», contaba el salvador de España, también con una amplia sonrisa en la cara. Su trallazo entra en la categoría de goles ‘míticos’ de la selección junto a los de Alfonso, Maceda, Rubén Cano o Señor. «El gol me ha provocado una sensación única. El apoyo del equipo al marcar ha sido espectacular».