Y San Mamés condenó a Llorente

Su recibimiento se convirtió en el asunto central de la noche después de que el lunes confirmara por primera vez en público lo que ya se sabía, que abandona el club a final de temporada y que responsabiliza de ello a una parte de la hinchada que le silbó ante el Slaven Belupo en agosto y a la Prensa que, según él, le ha echado al público encima.

El escenario había cambiado mucho desde su última aparición como titular. Además de su controvertida rueda de prensa del lunes, ante el Deportivo el equipo se jugaba mucho y la mayor parte del público apostó por el posibilismo de arroparle. De hecho, apenas escuchó gritos en contra.

Anoche el equipo no necesitaba el respaldo de las gradas para nada. Estaba fuera de Europa. Y el guión fue distinto para Llorente. Lo pudo apreciar nada más saltar al campo con la ikurriña a modo de brazalete de capitán en reconocimiento a su antigüedad. Nada más escuchar su nombre por la megafonía fue objeto de una contundente pitada.

A renglón seguido llegó el turno de Herri Norte, los más beligerantes con Llorente desde el inicio del curso y que se dieron por aludidos, y con razón, cuando el delantero se refirió al sector del público cuyos silbidos habían influenciado en su decisión. Los miembros de esa peña llegaron con el repertorio ampliado. A los habituales «Y Llorente, ¿qué?» y «Athletic sin mercenarios» unieron ayer nuevos. Uno de ellos directamente dirigido al presidente, al que piden replantearse su política en un caso que es el mayor efecto desestabilizador de la campaña. «Urrutia, entzun: Llorente kanpora» (Urrutia escucha: Llorente fuera).

Los gritos de Herri Norte tuvieron más relevancia por lo que provocaron que por lo que proclamaban. En anteriores ocasiones, estos cánticos fueron respondidos por un sector mayoritario que no quiere crispación. Sin embargo, ayer no hubo reacción contra ellos. La gente dio por buena la sentencia de los más radicales. Y cuando tocaba la pelota, sólo se escuchaban silbidos, no aplausos, estos primeros ya procedentes de todas las esquinas del estadio. Únicamente hubo pitidos de desaprobación hacia el final del partido. Pero eran más por el hastío de escuchar a Herri Norte todo el rato contra Llorente que por apoyo al delantero. Es evidente que el efecto de su última comparecencia ante los periodistas ha jugado en contra del internacional.

A Llorente se le apreció angustiado y un tanto perplejo por la reacción de la grada. Por eso quiso cuidar sus gestos. Se limitó a porfiar sin suerte y no tuvo un gesto explosivo ni para reclamar el claro penalti que cometió sobre él Zapotocny en el minuto 15. No marcó y se fue sin hacer aún más grande su estadística. Con 14 goles, es el máximo realizador europeo de los rojiblancos, clasificación en la que el pasado curso adelantó al mítico Dani.

En la segunda parte, Llorente debía atacar ante la grada del fondo norte. Bielsa decidió sustituirle por Aduriz, aunque posteriormente el argentino declaró que su decisión nada tenía que ver con lo vivido desde la grada. «Es una situación que tiene que asumir». La presencia del riojano anoche en el campo no fue buena ni para el jugador ni para el equipo ni para el ambiente emotivo de la noche de despedida europea de San Mamés. Iturraspe se quedó como el capitán de un Athletic que jugó la segunda parte con once canteranos, seis de ellos vizcaínos.

Ayer mismo, la sociedad brasileña especializada en negocios de fútbol Pluri Consultoría dio a conocer el listado de los sesenta jugadores más valiosos del mundo y que encabezan Messi (141 millones) y Cristiano Ronaldo (94). Entre ellos aparece Llorente, en el puesto 43 (31 millones). Sin embargo, su tragedia es que nadie se ha presentado en Bilbao con una cifra sensiblemente superior, sus 36 millones de cláusula. Aunque ya tiene un trato con la Juventus , actuaciones como la de anoche le devalúan. Y más menguará su imagen porque a partir de ahora sus apariciones como titular serán contadas y quedarán a expensas de sanciones o lesiones de Aduriz.

Sin el riojano en la segunda parte, apenas se escucharon gritos contra él. La hinchada se dedicó a animar e intentar sumar, pero el fútbol del equipo no tuvo ni duende ni embrujo. San Mamés dejará pronto de ser un campo mítico para ser una leyenda, pero lo hizo con una triste despedida que pasará a la historia porque fue el día en el que el campo condenó al que ha sido su mejor delantero de las últimas décadas.