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Barcelona-Atlético de Madrid

Griezmann, una decisión fatal

Estrella en el Atlético, no ha encajado en el sistema del Barça ni el vestuario de Messi

Antoine Griezmann durante el calentamiento antes de enfrentarse al Athletic en el Camp Nou REUTERS

Sergi Font

Los de Setién han perdido cuatro puntos en los últimos tres partidos y han cedido el liderato al Real Madrid. No parece haber acertado Antoine Griezmann en lo deportivo con su fichaje por el club catalán, aunque en lo económico haya asegurado el futuro de toda su estirpe con los 23 millones netos anuales que percibe.

Los pesos pesados del equipo no le perdonaron el plantón que les dio durante el verano de 2018 cuando habían dado la cara por él. Su llegada un año después ya no fue acogida de la misma manera. Ademas, Messi le vio como el gran impedimento para el regreso de su amigo Neymar. «Con lo que tenemos no nos da para ganar la Champions» , fue la declaración de principios del argentino en la que dejó mal parado al francés. Lejos de producirse una imagen como la protagonizada entre Messi y Ansu Fati (un abrazo con el que el rosarino bendecía al canterano tras su debut ante el Betis), Leo prefiere mirar siempre hacia otro lado cuando Griezmann le pide el balón en una jugada de ataque. Y en el actual Barça, no tener a Messi de tu lado es una losa y el galo la esta padeciendo.

Estrella en el Atlético de Madrid, ha tenido que darle la razón a su esposa, Erika Choperena, que le advirtió: «En Madrid puedes entrar en la historia, en el Barcelona siempre serás uno más» . Está pagando el jugar en una posición que no es la suya, aunque antes del pandémico parón sumaba ocho goles en Liga. Las sensaciones que transmite es que el rendimiento ofrecido no está a la altura de los 120 millones de euros que pagaron por su contratación.

Clave en el empate del Celta

En los últimos partidos aún ha empeorado más su producción, lo que ha llevado a Setién a sentarle en el banquillo en el Pizjuán y en Balaídos, con el agravante de que salió en la foto del empate del Celta cuando saltó y se puso de perfil en la barrera que debía neutralizar el lanzamiento de Aspas. Faltaban dos minutos para el final y la pelota entró por donde él estaba . La instantánea del francés de espaldas viendo cómo el balón superaba a Ter Stegen es la metáfora que resume el proceso de distanciamiento del delantero con el equipo, de la falta de conexión y de su vulgarización desde que viste de azulgrana. Su rendimiento, además, contrasta con las buenas actuaciones de Braithwaite en Sevilla o Ansu Fati en Vigo. Su encaje parece complicado en el equipo tras la creciente pérdida de confianza del entrenador.

Es uno de los frentes abiertos de Quique Seti én, que no ha sabido explotar el potencial del francés. El técnico, que ayer negó que hubiera mala sintonía entre el cuerpo técnico y la plantilla, no ha podido esconder los síntomas que le contradicen, como el desprecio que le hizo Messi a Eder Sarabia durante la pausa de hidratación en Vigo al ignorarle cuando trataba de darle unas indicaciones. «Es normal que haya discrepancias», admitió. Un tropiezo esta noche prácticamente apearía al Barcelona de la lucha por el título y pondría a Setién contra las cuerdas.

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