Gerd Muller, el gol como invento imposible

Nadie esperaba en las categorías inferiores del Bayern, cuando todavía era un niño, que ese joven bajito, de piernas cortas y rechoncho podría transformarse en el goleador por antonomasia del club y de la selección germana. Era, es, tan querido, que cuando hace diez años se le detectó alzhéimer ningún periódico quería ser el primero en publicarlo. Era el ‘bombardero de la nación’, el hombre que remató para Alemania el Mundial de 1974 y la Eurocopa de 1972, además de ganar con el Bayern las Copas de Europa de 1974, 1975 y 1976. Era, es, un mito nacional. Un héroe. Su enfermedad se escondió durante muchos años.

Cuando Klose, el 6 de septiembre de 2013, igualó su récord con la selección alemana, 68 goles, Muller escribió en la revista SportBild. « Me alegra que hayas sido tú quien ha igualado mi marca de 68 goles, pero tengo que decir que yo necesité un par de partidos menos». El Torpedo los anotó en 62 duelos, mientras Klose necesitó 129. Ayer llegó la peor noticia, su fallecimiento a los 75 años. Su mujer. Uschi, decía que en los últimos años ya no comía, estaba en la cama y tenía pocos minutos de una cierta lucidez. Luto en Alemania por uno de los grandes deportistas del país, un ejemplo para los futbolistas y para los canteranos del Bayern de Múnich .

Su capacidad para conseguir rematar de cabeza con 175 centímetros de altura no ha podido ser analizada científicamente. Su calidad para detener el balón en el área, girarse en un segundo y cruzar el disparo era una virtud increíble en un delantero de tan poca envergadura, tan pequeño. Pero la potencia de sus piernas le permitía revolverse en tres metros con una velocidad endiablada y ensamblar el tiro raso y preciso con un intuición que solo poseen los asesinos del gol.

Muller fue el culpable del invento del apelativo de ‘killer del área’. Nadie como él. Soñaba con el acierto, con sentenciar. Vivía en el área y lograr el tanto decisivo era el pan de cada día, su trabajo rutinario.

Inolvidables sus diez goles en el Mundial de México 1970. España disfrutó como si fuera un compatriota cuando Gerd anotó en el minuto 107, en la prórroga, el 3-2 de Alemania frente a Inglaterra en cuartos de final, una remontada épica tras ir perdiendo por 0-2. Los aficionados españoles que no vieron el partido en directo llamaron por decenas de miles a TVE y la primera cadena repitió la emisión íntegra del encuentro al día siguiente. Fue el mejor duelo de aquella Copa del Mundo.

Todas esas cualidades le elevaron a plusmarcas universales. Es el séptimo artillero histórico del fútbol, 738 tantos, por detrás de Messi (741) y de Cristiano (783). Anotó 566 dianas en 608 encuentros con el Bayern. Siete veces máximo anotador de la Bundesliga, tenía el récord de goles en un campeonato, 40 en la edición 1971-72, hasta que Lewandowski firmó 41 hace unos meses en el último torneo. Es el goleador histórico de la Bundesliga con 365 goles. Obtuvo la Bota de Oro de Europa en dos oportunidades, en 1970 con 38 goles y en 1972 con 40. Recibió el Balón de Oro en 1970.

En 1972 estableció el hito de mayor cantidad de goles marcados en un año natural, 85, plusmarca que Messi le quitó en 2012 al sumar 91. Máximo artillero en las Copas de Europa de 1973, 1974, 1975 y 1977, es el único futbolista del planeta que ha marcado y ha ganado en una final de la Copa de Europa de clubes, en una final de la Eurocopa y en una final del Mundial.

Todos estos números soberbios reflejan la inteligencia, la intuición y la eficacia con la que se movía en el área, como si fuera su casa. Los centrales se desesperaban en vigilarle hasta ver cómo su rapidez en la carrera corta les desestabilizaba, porque Muller poseía la virtud de no esperar a la pelota, sino que corría hacia ella para obtener dos metros de aire y armar el tiro a la media vuelta con una visión que no hemos visto en ningún otro ariete.

Se marcha un mito, un delantero que tomó el testigo del gran Uwe Seeler hasta alcanzar la gloria. El fútbol nunca le olvidará.