Georgia 1 - España 2
Dani Olmo aclara el futuro
Su gol en el 92 da la victoria a España en un sufrido partido que empezó perdiendo y tardó en remontar
Luis Enrique: «No estamos lúcidos, ya se ve»
Crónica
El gol de Dani Olmo tiene una importancia de difícil cálculo. Con el empate, España tenía ante sí una clasificación mundialista muy difícil y dejaba aparcado un problema hasta después de la Eurocopa. El gol de Olmo alivia su panorama aunque ... no debería hacer olvidar las muchas dificultades que España ha tenido contra Georgia y Grecia , rivales a los que resulta abusivo llamar 'Cenicientas' pero que se le subieron a las barbas… si es que tal cosa tuviera España, que pareció más bien un equipo imberbe.
En Georgia han vivido bajo la dura dominación de la Unión Soviética (de allí era Stalin), pero al menos no han tenido al PSOE , así que en los partidos ya pueden tener público. Volver a escuchar el rugido de los espectadores resultó emocionante y hasta extraño, como si aun fuera un efecto de la megafonía.
Luis Enrique cambió a siete jugadores , algunos jóvenes y novísimos como Porro, Bryan Gil o Pedri, con su mirada de Buñuel. Eran quizás demasiados cambios (y sin Ramos ) porque España volvió a dar la sensación de estar cogidita con alfileres, demasiado nueva y tierna en sus tejidos.
Aunque España tuvo una buena ocasión pronto, minuto 11, gracias a Ferran Torres , Georgia añadía contragolpes a su logrado caparazón defensivo. Objetivamente, los contraataques georgianos no eran algo bueno para España, pero escuchar al público envalentonarse exaltaba el ánimo del deprimido espectador.
Esos contragolpes, sencillos y directos, delataban la ternura española y cargaban con amarillas su defensa ( Porro, Diego Llorente ).
Inquietaba a la contra Georgia, y también a balón parado: Unai Simón detuvo con mérito el remate de un córner. La defensa española no era buena, como no lo fue del todo frente a Grecia, por mucho que dijera Luis Enrique, y ahora temblaba más, añadiendo a los indicios de pasmo defensivo la irrelevancia atacante. Gil y Ferran no atacaban como extremos, no ejercían de tales, y faltaba escalonamiento, niveles, profundidades en la media. Las alturas que conforman el paisaje del ataque. Solo Fabián intentaba dividir los famosos espacios , creando esas referencias que son como puntos de apoyo del escalador. Georgia era un largo ascenso hacia el gol sin nada más que una desnuda pared vertical.
Georgia obliga a la remontada
Nada producía España en ataque y hasta la pelota comenzó a no estar del todo clara.
Georgia pasaba de jugar bien a jugar mejor. El gol local, al final de la primera parte, vino de un contragolpe sobre un desequilibrio defensivo español, tras una apreciable posesión. Cuando marcó Kvaratskhelia, llegando solo por la izquierda, Georgia era, a su modo, dueña del partido.
«La calidad española se tiene que imponer». Esa frase la decimos siempre , la decimos durante décadas de partidos de clasificación, pero lo que se imponía era la superioridad física georgiana. Daba la sensación de que eran hombres contra niños. Veteranos contra sub21. Había algo desequilibrado y extrafutbolístico en ese contraste.
Había entrado Olmo por Gil , y metido en el interior abrió un balón para Alba, que centró por fin desde la banda. Su destino iba a ser un remate de Morata, pero el juventino intentó un remate de tacón perfecto en todo salvo en el pequeño detalle de contactar con la pelota. El efecto de la ‘moratiña’ fue crear una milésima de segundo de estupefacción cósmica (¿qué hace Morata ?) y dejar pasar la pelota genialmente para que Ferran, en plan llegador, empatara el partido. El gol era un récord del fútbol : 37 partidos de clasificación seguidos marcando. España bate a Alemania porque, en realidad, somos la Alemania de las fases de clasificación.
España estaba mejor. Georgia se fracturaba , surgían claros donde antes había bosque espeso, y a España se le veían ya algunos relieves y posibilidades ofensivas, sobre todo por Olmo y Alba, y el efecto de Thiago era como agua para un guiso muy espeso.
Mientras España atornillaba poco a poco el ataque , iba controlando también los contragolpes georgianos, labor en la que fue fundamental el sprint de Marcos Llorente, que entró e hizo de lateral-escoba .
La conexión exterior-interior de Alba y Dani Olmo era lo mejor de España, lo más peligroso , pero ¿sería suficiente? Solo hubo una ocasión digna de tal nombre, en el 86, y fue por una llegada de Llorente, cuya potencia, arriba y abajo, arriba y abajo, era lo único real de España. Hasta que en el 93, Dani Olmo chutó con fe desde fuera del área forzando el error del portero . No se lo pensó, y su determinación premiaba su segunda parte. Tuvo un impacto grande en el juego, y el impacto de su gol ya está dicho: aclara el futuro, que es lo que mayormente tiene España ahora mismo . Futuro.
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