El Levante sella su permanencia y devuelve al Hércules a las tinieblas

No está por casualidad el levantinista entre los mejores clubes de este 2011. Y aunque el Hércules se aferraba a lo que parecía un gran trabajo de su nuevo entrenador, Miroslav Djukic, para seguir llevando la contraria a su estadística como peor equipo fuera de casa, se impuso la lógica de los números. Desde el principio.

Solo cuatro minutos tardó en abrir el marcador Rubén Suárez, con un magistral disparo de falta que superó la barrera y se coló por la izquierda del meta Calatayud. Fue la culminación de 240 segundos de monólogo azulgrana, que salió a buscar desde el pitido inicial a un Hércules que parecía superado y muy mermado por la baja de última hora de su lateral izquierdo, Paco Peña, al que sustituyó un nefasto Pulhac.

La falta de entendimiento del rumano con Drenthe, que volvía a las andadas (sin desborde, sin actitud, totalmente descentrado), y un centro del campo inexistente en el que ni Aguilar, ni Fritzler ni Valdez tocaban el balón, era aprovechada una y otra vez por el oficio y la chispa de hombres como Valdo y Stuani.

Hubo un rayo de esperanza para el conjunto alicantino, cuando un córner sacado por Drenthe dejaba el balón en los pies de Juanra, cuyo centro-chut fue sacado por Munúa dejando a Portillo con el molde del remate en la cabeza. Pero fue solo eso. A partir de ahí, el Levante maniobró a su antojo manteniendo la propiedad del balón y el control territorial a la vez que inquietaba la portería visitante sucesivamente. Rubén Suárez obligó a Calatayud con un colocado disparo, Iborra estrelló el balón en la defensa tras recoger un rebote procedente de Abraham Paz por el que se pedía mano, y nuevamente Rubén Suárez inquietó al meta rival desde lejos.

El segundo gol, a falta de tres minutos para el descanso, reflejó las carencias y motivos que han llevado al Hércules a la complicada situación en la que se encuentra. Drenthe, potencia intempestiva y sin control, cometió una falta en la zona del once que le valdría la tarjeta amarilla. Nada menos que Munúa se encargaría de sacarla para poner el balón, sin que centro del campo o defensa herculana lo impidieran, en los pies de Valdo dentro del área, que con un buen control cedería a Juanlu para que fusilara a Calatayud.

Una auténtica losa para el Hércules y alas para el Levante, que en la segunda parte siguió controlando el partido sin esfuerzo alguno mientras su afición disfrutaba del sol valenciano al sol de la música, los olés y las olas en la grada. Buscó nuevo aire Djukic dando entrada a Sendoa y Trezeguet , y lo consiguió gracias a un rechace que controló el vasco para que el campeón del mundo francés recortara distancias a falta de 10 minutos.

La placidez de la que había disfrutado el Levante se tornó en sufrimiento y lucha por arañar segundos al cronómetro. Tuvo su oportunidad el Hércules primero por mediación de Thomert y después con un tiro de Fritzler, pero Munúa atajó el balón que daba la salvación a su equipo y quitaba las luces al Hércules que había encendido con su llegada Djukic.