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España muere ahogada por Estados Unidos

La selección comenzó al ralentí y acabó víctima de su ansiedad, de su mal estado físico y de errores defensivos imperdonables

Ni Torres ni Villa han conseguido marcar./EFE

Muerte en Bloemfontein. La 'ciudad de las rosas" se convirtió en un cementerio para España, que cayó en semifinales de la Copa Confederaciones víctima de su soberbia, de un par de errores defensivos imperdonables de Capdevila y Sergio Ramos, de su debilidad física y de un planteamiento perfecto de Estados Unidos.

La historia castigó a España por no centrarse en lo que tocaba y salir con exceso de relajación. Mucho hablar de Brasil, del récord igualado de 35 partidos sin perder, y poco estudio de un adversario con un físico extraordinario y crecido tras dejar en la cuneta a Italia y Egipto.

Una vez más, el fútbol dejó patente que quien no respeta sus códigos, quien no cumple a rajatabla sus normas no escritas, lo paga. Podrán quejarse los españoles de la mala suerte, del árbitro, de un césped en mal estado y hasta del frío gélido, pero no hay excusas que valgan. Aunque falte Iniesta y el equipo llegase a Sudáfrica al límite, nunca se puede perder un choque así. Del Bosque, sin tacha hasta este miércoles negro, comenzará a ser cuestionado. La sombra se Luis Aragonés, el recuerdo de la Eurocopa, se hacen ahora más presentes que nunca.

No por sorprendente, la película deja de ser conocida. Calma chicha en el arranque y ansiedad al final. Típico guión de duelos aparentemente muy desequilibrados. Terrible castigo para una selección que recibió una lección imborrable y deberá permanecer cuatro días en Sudáfrica para disputar el choque del desconsuelo.

Si se ve el lado positivo, este varapalo puede servirle como cura de humildad de cara al Mundial del año próximo.

España entró baja de revoluciones. Advirtió del Bosque la víspera sobre el peligro de equivocarse, de menospreciar al rival, pero o sus hombres no le escucharon o le hicieron caso omiso. La 'canarinha' ocupaba mucho espacio en la mente de todos. Salieron dispuestos a tocar pero a medio gas, sin querer desgastar más un motor medio gripado. Y, hoy por hoy, al paso se le puede ganar a Nueva Zelanda, Irak, quizá Sudáfrica, y poco más. Faltaban chispa, velocidad en el toque y más movimiento sin balón, la clave del fútbol moderno. Y sobraban ciertos intentos superfluos de lucimiento personal.

Altidore, inmenso

Tenía razón Bob Bradley, el técnico norteamericano. Había estudiado bien a España. Adelantó bastante la defensa, la juntó casi con la línea de cuatro del centro del campo, y ahogó al campeón de Europa. Era una táctica osada, con el enorme riesgo de fallar en alguna salida al fuera de juego, pero la única posible para achicar los espacios a un adversario muy superior.

Xavi no halló los huecos que buscaba y esta vez Xabi Alonso estaba muy preocupado de echar una mano en defensa y le ayudaba menos en la elaboración. Sí, porque Estados Unidos jugó con dos puntas y, sobre todo Altidore, trajo en jaque a la zaga. Sólo tiene 19 años, está por cuajar, pero por potencia, fuerza y velocidad superaba a todo el que se le ponía por delante. Aprovecharon muy bien los yanquis los huecos que dejaba Ramos al subir para buscar el dos contra uno frente a Puyol, flojo toda la noche.

Davies, un jornalero del Hammarby sueco, asustó al principio con dos buenas ocasiones pero ni su chilena ni su cabezazo encontraron portería. Dempsey, el otro Clint, también lo intentó pero disparó mal. Jugaba con fuego la timorata España hasta que se quemó.

Altidore metió su corpachón ante un débil Capdevila, se fue con suma facilidad al borde del área y su regular tiro se lo tragó Casillas.

Quedaba más de una hora por delante para sanar las heridas pero la selección comenzó a preocuparse. Aceleró el paso, encontró más a Torres, muy fallón en los controles, y a Villa, pero ninguno tenía su noche. Se pasó de la parsimonia a la precipitación. Merodearon el empate antes del descanso pero fallaban el último pase o la suerte final. La banda izquierda no funcionaba como en partidos precedentes. Riera rompió en una ocasión pero su centro-chut no lo alcanzó el 'Niño'.

Mejoró algo la 'roja' en la reanudación. Entró más por las dos bandas y encerró a los norteamericanos, cada vez más retrasados. El juego se convirtió en un monólogo español, pero el ansiado gol no llegaba. Siempre aparecía una pierna milagrosa blanca y, si no, un mal árbitro que no indicaba un penalti por derribo a Xavi. Cada vez más tenso, Del Bosque decidió mover ficha. Retiró a Cesc, muy flojito, y apostó por Cazorla, todavía falto de forma. El empate estaba al caer pero los americanos salieron de su guarida y llegó un error fatal, imperdonable en quien pretende ser campeón del mundo. Un centro raso, un mal despeje de Piqué y una distracción letal de Ramos. Se entretuvo tanto que Dempsey le robó la cartera.

Y la España de las plusmarcas quedó sepultada en Sudáfrica.

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