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Liga de naciones

Los errores defensivos y el VAR dan el triunfo a Holanda

La selección de Koeman se cita con Portugal y CR7 en la final del domingo 9 de junio en Oporto

Frenkie de Jong (i) de Holanda disputa un balón ante Kyle Walker (d) de Inglaterra EFE
Francisco Chacón

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Unos cuantos protagonistas de la reciente final de la Liga de Campeones volvieron a verse las caras en el Holanda-Inglaterra para decidir qué selección se enfrenta a la anfitriona Portugal en el partido de clausura de la Liga de las Naciones. Sí, porque el Liverpool (con Van Dijk y Wijnaldum a la cabeza) es el equipo de alto nivel más ‘naranja’ de Europa… de momento.

Y ahí, en la solidez de sus pivotes, residió la clave del triunfo de los Países Bajos, que lograron sobreponerse a un largo periodo sin pegada y se catapultaron a golpe de VAR, protagonista con el tiempo reglamentario casi cumplido al anular un gol a Lingard que hubiera zanjado el choque.

Después, en la prórroga, sendos fallos defensivos de los ingleses dieron la puntilla al combinado de Southgate. Walker y Stones se hicieron el harakiri primero, y Barkley puso en bandeja al sevillista Promes el colofón al triplete.

El dominio de los Países Bajos se había ido consolidando con el transcurrir de los minutos, al son de un De Jong especialista en templar el juego antes de repartirlo… y antes también de recalar en el Barcelona. Y eso que tal vez el problema de los pupilos de Koeman está arriba, pues la sobredosis de centrocampistas y medias punta de la escuela del Ajax no está igual de correspondida en la línea de atacantes.

Todo cambió en el momento de un monumental despiste del central De Ligt, el mismo por el que suspiran todos los grandes del continente. Cometió un penalti clarísimo que permitió al despierto Rashford repetir su eficacia habitual en el Manchester United. Y poco después acabó lesionado este último y fue sustituido al descanso por el deseado Harry Kane, todavía no recuperado del todo tras haber estado varias semanas en el dique seco.

Cillessen mostró su calidad y evitó el segundo tanto de los ingleses ya en la segunda mitad, en la antesala del testarazo espectacular del propio De Ligt que dio el empate a la «naranja mecánica». Así plasmó sus ganas de resarcirse por el error que los había puesto en desventaja.

Se trataba de un partido de alto riesgo el que se jugó en la ciudad portuguesa de Guimaraes, a 50 kilómetros de Oporto. Y lo era porque la avalancha de «hooligans» acabó sembrando el pánico en esta preciosa ciudad, cuyo casco histórico es Patrimonio de la Humanidad.

Los hinchas «naranjas» no se quedaron atrás y se registraron algunos incidentes en algunos de los rincones más bellos del enclave. Y es que desembarcaron hasta 15.000 aficionados ingleses, pero no más de 10.000 disponían de entrada al estadio Alfonso Henriques.

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