El dorsal que rehuye el fútbol brasileño por motivos homófobos

En Brasil, donde la homofobia está considerada como un delito desde mediados de 2019, muchos hombres siguen evitando sentarse en el asiento 24 de los autobuses o del teatro, descartan vivir en el apartamento 24 o dicen que tienen 23+1 años cuando cumplen 24. «Existe un tabú y es loco pensar eso, porque es un número como cualquier otro, pero los futbolistas prefieren usar otro dorsal porque no quieren que su masculinidad sea cuestionada», explica Bernardo Gonzales, activista y jugador del equipo transmasculino de futsal Sport Club T Mosqueteiros de Sao Paulo.

Cara visible del balompié brasileño, la 'Seleção' ha estado más blindada frente a esta controversia debido a que los torneos oficiales suelen ordenar una numeración secuencial hasta llegar al máximo de jugadores permitidos (23). Sin embargo, la polémica sobre este dorsal salpicó de llenó a la selección brasileña durante la Copa América que se organizó en este país el pasado año, y en la que se autorizó la convocatoria de hasta 28 jugadores debido al Covid-19. Todas los combinados inscribieron a un futbolista con el 24, excepto el local. La ONG Grupo Arco-Iris, que lucha por los derechos LGBTI, lo consideró una «actitud homofóbica» y llevó el caso a los tribunales, que pidieron explicaciones a la Confederación Brasileña de Fútbol. En su respuesta, la entidad afirmó que se trató de un asunto «deportivo» y la causa fue archivada. La temporada de clubes comienza en Brasil con un nuevo 'rechazo' al 24, un número que parece proscrito .

El estigma al '24' tiene su origen en el 'Jogo do bicho' , un juego ilegal de apuestas que apareció en 1892 y en el que el venado representa ese número. En la cultura popular brasileña, ese animal, una especie con comportamientos homosexuales , es sinónimo de fragilidad o delicadeza, explica a AFP el sociólogo Rodrigo Monteiro, de la Universidad Federal Fluminense. Y en el fútbol, tantas veces considerado reflejo de la sociedad, se ha convertido en un número a evitar. No sucede, sin embargo, en el fútbol femenino, donde este número está totalmente normalizado.

El pasado mes de enero, Arco-Íris denunció al Flamengo por no inscribir el 24 en el plantel que disputó el torneo sub-20 'Copinha ' en Sao Paulo. Como hizo la Confederación brasileña el pasado año tras ser señalada por esta ONG, el 'Fla' se defendió afirmando que los jugadores decidieron qué dorsales usar, por lo que la causa fue archivada, según el procurador, ante la dificultad de demostrar que la ausencia estaba motivada por «razones discriminatorias». «Es importante que ese número se incluya en todos los clubes. Es apenas un número y crearon un prejuicio homofóbico alrededor de él. Grandes deportistas usaron la camisa 24, como Kobe Bryant», recordó el pasado mes de enero Malthus, volante del Santos y uno de los pocos jugadores que milita en la máxima categoría del fútbol brasileño que no tiene reparo alguno en lucir ese dorsal en su espalda.

El futbolista de más peso en vestir esa camiseta actualmente es el internacional colombiano Víctor Cantillo, del Corinthians , quien la usaba en su anterior club, Junior de Barranquilla. A su llegada al 'Timão', en enero de 2020, el entonces director de fútbol, Duílio Monteiro Alves, bromeó: «El 24, aquí no» . El directivo después se disculpó y el futbolista conservó el dorsal. Entonces, Bahia, actualmente en Segunda división, lanzó la campaña «Número de respeto», en la que varios jugadores, como el delantero estrella del Flamengo, Gabigol, se enfundaron el 24 en un partido.

«Por más que haya habido cuestionamientos, fuertes movimientos institucionales o de organizaciones civiles, no ha sido posible detener la asociación homofóbica con el número 24 , no logran deshacer esa base de la cultura masculina en la que se fundamenta el fútbol», recuerda a AFP el sociólogo Rodrigo Monteiro. Por eso, cuando se permite registrar más deportistas, como en la Libertadores o Sudamericana, este número 'vedado' es asumido por el tercer portero o un extranjero. Con la modernización del fútbol brasileño, la gran mayoría de clubes adoptó números fijos, pero el 24 se sigue ignorando. En la mayoría de los casos se asigna a los terceros porteros, una solución simple ya que rara vez aparecen durante los partidos.