El Madrid sofoca ardientes llamas en Baleares

Y el Mallorca jugó bien. Muy bien. Caparrós, que es muy bueno, va armando un equipo consistente. Se mostró variado, equilibrado y muy armónico pero, sobre todo, mucho más concentrado que el Madrid , que realizó una primera parte decepcionante. No se puede decir que se fuera del encuentro. En realidad, es que en la primera parte no llegó a entrar. [Estadísticas]

Totalmente descentrado, nadie dio un pase a derechas, ni siquiera Xabi Alonso , que eso sí que es raro. En un cúmulo de absolutos despropósitos, nadie tocó con criterio y todos sin precisión. Así pues las líneas se rompieron en mil pedazos y el caos llegó a las líneas traseras donde los laterales fueron un coladero mientras los centrales no tenían botas suficientes para tapar tanta vías de agua abiertas.

Nadie apareció en el Real en esos momentos críticos. Debería haber salido Cristiano , pero su manera de echarse el equipo a sus espaldas es agarrar el balón, no mirar a nadie y lanzarse con el pecho descubierto, la camisa volando y cuello subido contra todo y contra todos. Al final, siempre acaba perdiendo el balón. Por no aparecer, no apareció ni Callejón , perdido en el tsunami total en el que se había metido el equipo, sin salidas viables. De hecho, el equipo de Mourinho no tiró a puerta hasta el minuto 32 , en un golpe franco que Aouate le atrapó a Cristiano. Luego otra más de Benzema y el cabezazo al palo de Sergio Ramos en la reacción blanca al gol de Hemed.

Porque esa fue otra. Pereza defensiva en el gol balear por el lado izquierdo de la zaga blanca donde Marcelo (dicen que pasado de peso tras las Navidades) casi nunca apareció, más empeñado en auxiliar a su amigo Cristiano que en tapar el boquete que Pereira le estaba haciendo a su equipo .

En el otro lado, el «Chori» Castro superaba también a un Arbeloa claramente en baja forma . Así que el Madrid se tiró más tiempo achicando agua que creando una tormenta cerca de la meta del rival. Hasta que Hemed metió un cabezazo cruzado que castigó con justicia la desidia mental del Madrid.

Mou, con un rebote del diez, movió pieza. Quitó a Lass, sacó a Higuaín y retrasó a Ozil para que este sacara el balón dado que Caparrós había tapado con mucha gente la creatividad de Xabi Alonso, fundamental en la circulación de balón madridista. Al cuarto de hora aquello no acababa de funcionar, así que Mou tocó ataque a la bayoneta: metió a Kaká y Coentrao , quitó a sus laterales y montó un 3-3-3-1 con Ozil y Kaká alrededor de Xabi Alonso.

Fue una decisión tan valiente como arriesgada . Y tuvo premio. Justo en ese momento apareció Ozil para ver esos pases que solo él ve. Higuaín aprovechó la genialidad del alemán y ya llovió menos sobre los sombreros madridistas.

En estas, el Madrid se fue a por todas con el rival echando los higadillos por la boca. Hasta ahí llegó Callejón con su habitual oportunismo y apagó las llamas.