La mejor Copa para Guardiola

Se jugó en un escenario sobreexcitado, hermanadas las aficiones en un grito común salpicado por la intromisión política en el mundo del balón. Hubo silbidos en el himno, y a las diez en punto por fin se habló de fútbol, camuflada la esencia verdadera de la cita hasta que rodó la pelota. El Athletic maldijo ese momento porque le fue mucho mejor en la previa, pues por las calles había ganado por goleada. Sucede que el fútbol aún se decide dentro de los estadios. [Las mejores imágenes del partido]

La felicidad azulgrana, entusiasmada la parroquia por las formas en las que se produjo todo, contrasta de pleno con lo que le ocurrió al amigo del norte, definitivamente hundido porque al mejor Athletic no le corresponde ningún premio con todo lo que ha remado. La historia de la Copa duró exactamente dos minutos, sentenciado el pulso con el primer tanto de Pedro cuando la gente aún se hacía fotos y las cámaras buscaban en el palco. Al canario, cuyo don de la oportunidad no conoce límite, le cayó un rechace de Javi Martínez en la salida de un saque de esquina y agradeció en su remate todo lo que Guardiola ha hecho por él. Camino despejado para otro festejo, el Barça galopaba rumbo al paraíso. [Estadísticas]

Nadie imaginaba un Barcelona tan descomunal, fresco y agitado desde que aterrizó por la mañana en Madrid. No necesitó mayor preparación que la de un partido más, obligado desde hace tiempo a competir en situaciones límites. El Athletic, por el contrario, llevaba 28 años soñando con esta final y demasiados días jugando este partido, convertido en un ejercicio de amor propio para compensar la ilusión que ha llegado con las locuras de Marcelo Bielsa. Fue, al igual que en la Europa League contra el Atlético, devorado por un equipo maravilloso y víctima de su ansiedad. [Galería: La fiesta del fútbol español, en fotografías]

En 24 minutos de fulgor, el 3-0 explicaba, sin asteriscos ni notas a pie de página, lo que había sucedido en un césped muy bien tratado. No hubo más que un aspirante al trono y fue asombrosa la puesta en escena del Barcelona. Sin novedades en su dibujo, resuelta la única duda con Montoya y Adriano como laterales de una defensa de cuatro, expuso todos los motivos por los que ha acaparado millones de adjetivos. Movió la pelota a un ritmo endiablado con un Xavi imperial , presionó hasta asfixiar a su oponente y encontró todos los espacios que concedía un Athletic menor. Al poco del primer grito, llegó el acierto habitual de Messi después de una asistencia de Iniesta, y Pedro repitió para confirmar que sus noches son las finales y que sigue estando ahí. Quedaba más de una hora por delante sin nada por lo que debatir.

Restaba el último acto de fe de los vascos, una pizca más reconocible con los movimientos de Bielsa en el intermedio. Descubrió que había un balón y quiso cuidarlo cuando ya era demasiado tarde. Al menos le dio para salvar la cara.

No fue a más el Barcelona y redujo la velocidad como si le diera algo de pena el Athletic, contagiado por la tristeza de una afición que sí ha ganado. La grada fue rojiblanca y el fútbol más azulgrana que nunca. El Barça le debía la mejor Copa a Guardiola