LIGA BBVA
El ridículo de la desgana
El Atlético, vapuleado en Cornellá por su actitud pasiva y el desgobierno defensivo
JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
El Atlético hizo el ridículo en Cornellá . Fue la fotografía de la desgana, la desidia y unos cuantos apelativos de ese pelo frente a un Español que mostró el don de la oportunidad. Aprovechó sin más los regalos, se sintió cómodo ante un ... rival tan flojo y se regaló una noche de fiesta. La defensa del Atlético traspasó esta vez la frontera del rigor : es muy difícil hacerlo peor y con tan poca intensidad. Manzano, con sus manías y el escaso afecto del Calderón, vuelve al alambre. [Así hemos narrado el partido]
Una tendencia autodestructiva impera en el Atlético desde hace tiempo. Funciona por encima de entrenadores y jugadores, que no de dirigentes. Siguen los mismos en la poltrona y rotan los demás. Un halo de fatalismo intrínseco acompaña al club, que gira de forma cíclica sobre el principio de Peter: la tostada siempre cae del lado de la mantequilla. [Estadísticas del choque]
Fue vergonzosa la actitud contemplativa de los jugadores del Atlético en los primeros minutos. Parsimonia próxima a la indolencia, a una falta de atención escandalosa. Verdú descerrajó dos disparos certeros en siete minutos y Courtois recogió dos veces el balón de la red. El primero fue un tiro inteligente, con un tremendo efecto, precedido de un mal saque del portero. El segundo fue inaceptable desde el punto de vista rojiblanco.
Retrató la apatía transformada en negligencia. Todos los jugadores que salieron al paso de Verdú, miraron en vez de actuar. Se lavaron las manos en vez de lanzarse con ganas a por el oponente. Según la ley atlética, todo lo que tiene salir mal, saldrá. Unos minutos después, Romaric sonrojó por completo a los colchoneros con una pared que no alteró los bajísimos biorritmos de sus rivales. Otra vez la defensa atlética con las manos en los bolsillos. Veinte minutos de escarnio que repescaron todas las desdichas del pupas.
El Español es lo más parecido al Atlético y en su éxtasis se relajó unos minutos. No se creía lo que veía, ese cómputo de regalos inesperados. En el intervalo, Falcao aprovechó un despiste del enemigo para anotar su noveno gol en la Liga. Cuando marcó pareció preguntarse lo mismo que Fernando Torres, Kun Agüero y demás emigrantes del feudo. ¿Cómo es posible ese efecto desintegrador de este equipo?
Mientras el Español reunía motivos para una noche de júbilo sin realizar grandes alardes, el Atlético no enseñó ningún argumento para pensar en una remontada. Todo lo contrario. El detalle mínimo del cambio de Adrián por Salvio y el empeño de Falcao por no hacer el rídiculo. Poco más. Ningún reflejo parecido al orgullo , el amor propio o la defensa a ultranza de unos colores.
Representó la tibieza de los tiempos. El Atlético anda falto de identidad y sello, de un liderazgo que penetre en todos los segmentos del club. El cuarto gol fue de nuevo una charlotada. Sergio García se llevó todos los rebotes ante la desgansa de la defensa atlético y terminó por clavársela a Courtois.
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