El clásico de la vergüenza

El clásico de la vergüenza

« Toda una semana esperando el partido por excelencia de la Liga para después ser testigos de un espectáculo tan deprimente ». Esta frase con la que empezaba su crónica Enrique Ortego para ABC, resume perfectamente uno de los clásicos que más ha dado que ... hablar en los últimos años, por todo, menos por fútbol.

Un aburrido partido que acabó sin goles y que fue calificado por la mayoría de los medios de comunicación como «bochornoso», a cauda de la violencia desatada en las gradas del Camp Nou por una parte de la afición culé, cabreada por la polémica compra de Luis Figo por parte del eterno rival.

El encuentro tuvo incluso que ser suspendido por el árbitro, Medina Cantalejo, durante 15 minutos, en una decisión que no fue para menos. A la espectacular y ensordecedora pitada del inicio del encuentro, hay que sumar los innumerables y peligrosos objetos que se lanzaron al campo, entre los que había botellas y, mucho más sorprendente aún, una cabeza de cerdo que dejaba una imagen, del todo surrealista, difícil de superar.

Benjamín, asistente de Cantalejo en aquel vergonzoso que fue todo menos lo que un aficionado espera como «clásico», vivió a un metro de Figo, principal objetivo de los aficionados azulgrana, el lanzamiento masivo e incontrolado de objetos. Relató lo sucedido con frases como esta: «Conforme se acercaba Figo, pensaba que nos harían mucho daño»; «menos mal que se suspendió el encuentro durante 15 minutos, la situación en ese momento era muy complicada y lo mejor era parar», o «una vez tuvieron que darme tres puntos por una botella de plástico, por lo que puedo imaginarme lo que podría hacerme una de cristal».

«Todavía habrá que dar las gracias de que ninguna de esas botellas alcanzara a los que estaban en el campo (jugadores, recogepelotas, policías, fotógrafos…)», comentaba ABC en una crónica titulada « Escándalo y empate ramplón ».

Sin embargo, las demostraciones de violencia no comenzaron con el pitido inicial ni el primer córner del portugués. Había comenzado mucho antes: justo en el momento en el que el Real Madrid se aproximaba a las inmediaciones del Camp Nou, un coche cerró voluntariamente el autobús madridista en una calle cercana, y una lluvia de piedras cayó sobre el vehículo rompiendo las lunes con los jugadores dentro.

El presidente del Barcelona, Joan Gaspart, salió por peteneras con unas declaraciones, como era habitual en él, fuera de lugar : «No quiero justificar en absoluto el lanzamiento de objetos, pero el público reaccionó ante una provocación. Ha sido una provocación fuera de juego e innecesaria. Y yo no quiero que vengan a mi casa a provocarme», aseguraba el presidente en referencia a la actitud de Figo, quien primero se frotó los oídos con los pitidos iniciales y luego cogió una de las botellas lanzadas. Un argumento respaldado también por su entrenador, Louis Van Gaal .

Las palabras de Gaspar, como era de esperar, tuvieron pronta reacción. «Gaspart debe ser más cuidadoso. A veces, todo lo que pasa, surge desde arriba», dijo Jorge Valdano, entrenador del Madrid, mientras el mismo Figo dijo que no creía, respecto al presidente blaugrana, «que la gente se tome en serio lo que dice. No sé si habla de cachondeo».

Un cásico para olvidar... donde ni siquiera jugo Zidane.

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