Hartos de Villas-Boas

Internacional por Italia y ex jugador del Chelsea en sus últimas seis temporadas en activo, Di Matteo ejercía como mano derecha de un Villas-Boas que ha fracasado en la aventura inglesa después de deslumbrar a Europa en su breve etapa al mando del Oporto.

La espectacular campaña en el año de su estreno con el equipo luso (conquistó Liga, Copa y Liga Europa) dejó prendado a Abramovich. El multimillonario propietario del Chelsea vio en el antiguo ayudante de Mourinho al entrenador capaz de cumplir su gran sueño de ganar la Liga de Campeones y no escatimó en afrontar la cláusula de rescisión de 15 millones que figuraba en su contrato para asegurarse con los servicios del portugués durante tres temporadas. Pero los resultados no han sido los esperados y ocho meses después de estampar su firma se ve obligado a bajarse en marcha del proyecto.

Quinto en la Premier, el Chelsea se encuentra al borde del abismo en la Champions después de caer en la ida de los octavos de final en Nápoles (3-1), golpe duro para un Abramovich que vive obsesionado con ganar esta competición. Desde la tremenda decepción en el estadio de San Paolo, la salida de Villas-Boas estaba prácticamente cantada, por lo que la derrota frente al West Bromwich ha sido la gota que ha terminado de colmar la paciencia del ruso.

Su equipo sólo ha ganado un partido de los últimos siete en disputa. «Desafortunadamente, los resultados y el rendimiento del equipo no fueron lo suficientemente buenos y no mostraban señales de mejoría en un momento importante de la temporada », explicaba el comunicado en el que se anunciaba ayer la destitución del técnico.

Con vida aún en la FA Cup, con la esperanza de dar la vuelta a la eliminatoria ante los napolitanos y con el objetivo de acabar la Premier entre los cuatro primeros, Abramovich ha buscado en Roberto Di Matteo el revulsivo para una plantilla que ha tenido mucho que ver en la marcha de Villas-Boas . El propio Frank Lampard, una de las vacas sagradas del vestuario, reconocía hace unos días que la relación del técnico con los jugadores no era todo lo fluida que debería.

Una tirantez que comenzó a gestarse en el mismo momento que el portugués aterrizó en Stamford Bridge. El entrenador llegó con la idea de rejuvenecer el vestuario y dar salida a varios jugadores que —según pensaba— ya habían aportado todo lo que se esperaba de ellos. A pesar de no ser uno de los veranos de mayor gasto en un club acostumbrado a no escatimar esfuerzos económicos, el Chelsea desembolsó casi 55 millones de euros en los fichajes de los españoles Juan Mata y Oriol Romeu , y del belga Lukaku, pero el relevo generacional que perseguía no llegó a producirse. Futbolistas como Terry, Lampard, Obi Mikel, Drogba, Kalou, Malouda y Essien han mantenido su poder y a lo largo de estos ocho meses han tenido más de un roce con el discípulo de Mourinho, enemigo declaro de Villas-Boas.

La responsabilidad de que el equipo llegue a buen puerto recae ahora en el italiano Di Matteo. El ex del Chelsea, que ha ejercido como segundo de Villas-Boas, figura en la historia del fútbol inglés como el jugador que ha marcado más rápido en un partido de la FA Cup. Competición que ganó en dos ocasiones con la camiseta «blue» y en la que debutará mañana como primer entrenador frente al Birmingham.

Pero Di Matteo aparece como una solución de emergencia y en Inglaterra suena fuerte el nombre de Rafa Benítez para la próxima temporada . Un entrenador que en su etapa en el Liverpool sacó lo mejor del delantero Fernando Torres, peleado con el gol desde que llegó al Chelsea hace más de un año.