El Valencia da la bienvenida a Celades

En primera instancia, el duelo era una lucha contra lo preestablecido. De un lado, un Chelsea anómalo, romántico, cinco canteranos de partida, muy lejos de los años de champán y diamantes en los que Abramovich hizo del equipo del acomodado barrio de Londres una réplica en la alta sociedad del fútbol. Tomori , un mal bicho que ha izado la bandera blue con la autoridad de un veterano; Mount , heredero y proyección de Lampard en el campo y Abraham , siete goles en cinco tardes en Premier. Ninguno supera los 21.

En la otra esquina, amoratado por la paliza del sábado y titubeante tras los acontecimientos recientes, el Valencia se sostenía como podía. Celades , de primeras rechazado como un cuerpo extraño por el campeón de Copa, obró como con toda probabilidad hubiese hecho Marcelino. Coquelin reforzó desde la banda derecha un once pensado para la Champions: de más lija que esmalte, con tres centellas como Cherysev, Rodrigo y Gameiro dispuestas para salir zumbando al mínimo toque de corneta.

Lo del Valencia, al menos como plan de partida, sonaba más acorde a las exigencias habituales de la Champions, por norma territorio inhóspito para lo emergente. El ahora, lo palpable, es más firme en Valencia que en Londres, agarrado como parece Celades a las directrices que devolvieron al Valencia al top 4 en la Liga. De ahí, superada la zozobra tras el adiós al «padre» de ese vestuario, parte con toda lógica este no tan nuevo proyecto.

Y como se trataba de seguir donde se había dejado lo bueno, fue a partir de Parejo y Rodrigo que el conjunto español comenzó a hacerse dueño de la escena en el Bridge. No tradujo en ocasiones su dominio, notable desde la lesión de Mount en el 15’, casi siempre por el poco tino de Gameiro en el último toque. Con poco más que remangue, el Chelsea arañó la mejor ocasión del primer tiempo con una dura volea de Willian, bien atajada por Cillessen . Poco más hubo que rescatar hasta que Rodrigo, quién si no, encontró el gol en una jugada a balón parado que botó, adivina adivinanza, Parejo. Barkley, en un penalti desafortunadísimo por mano de Wass, envió la pelota al larguero.

El fútbol es de los jugadores, y los del Valencia ayer ganaron en nombre del «padre».