CHAMPIONS LEAGUE
Al Madrid le pierde el conservadurismo ante el Bayern
Un gol de Mario Gómez en el último minuto arrebata el empate al equipo blanco
J. M. CUÉLLAR
Alguien dijo al principio: «Confianza con preocupación». Y el Madrid se tomó al pie de la letra lo de la preocupación. Coentrao por Marcelo para tapar a Robben, como se pensaba, y demasiados metros atrás de Khedira y Xabi Alonso para cerrar filas, algo que ... no se esperaba. Consecuencia: el juego colectivo se fue al arroyo, a punto de perecer ahogado. Aunque el Madrid tuvo más balón, hubo muchas desconexiones porque había demasiados metros entre el doble pivote y la segunda línea de llegada. [Así hemos narrado el partido]
El Bayern no dudó. Quizás Mourinho tenía estudiado el partido desde hace mucho, pero Heynckes parecía que lo hubiese estuviese preparando toda la vida. Metió a Kroos, un bregador con clase, en lugar de Muller, y Xabi Alonso tuvo problemas en la salida. Aunque el Madrid apretaba por su calidad y porque los alemanes cedieron hierba para correr, no encontró huecos porque no había fluidez en el ataque. Demasiadas jugadas individuales fiadas a que quien más calidad tenía era el Madrid. [Las mejores imágenes del partido]
Una nueva jugada a balón parado, mal defendida por los blancos como es habitual, propició el gol de Ribery y desde ese momento se produjo un caos organizativo en la ofensiva del Madrid, que se aturulló. Mou mandó a Ozil a la banda y metió a Di María en el centro. Fue una decisión confusa porque el argentino conduce demasiado, dio tiempo a recular a los alemanes y por ahí el Madrid fue perdiendo dientes mordiendo al aire. Además, oscureció a Ozil, perdido en la cal, embruteciendo el juego ofensivo del Madrid. Atacó pues el equipo de Mou a empellones, sin claridad, sin ideas relevantes, sin magia ni fantasía para desbordar a un Bayern bien armado.
El problema del Madrid fue colectivo, de asociación. La tuvo en los primeros minutos, cuando Ozil condujo el ataque desde el centro, viéndolo todo, preocupando a todos. El gol desbarató la organización y el juego colectivo porque Ozil, en un costado, dejó de intervenir. Los blancos se movieron entonces a espasmo limpio. La pillaba Benzema en un lado, intentaba algo, disparos aislados de Cristiano, entradas de Di María hacia la nada... Fuegos de artificio...
Y el Bayern amenazando con las contras de su gente rápida arriba. Bien controlado Robben porque recibía poco, pero amenazante Ribery porque Arbeloa no está para nada. Le superó el francés y hasta Alaba cuando subió. El Madrid necesitaba más cosas, gente con fútbol para combinar, elaborar en el medio campo y masticar las jugadas con más calma y serenidad. [Estadísticas]
Vuelta a empezar del Madrid
Mou, que tiene buena cintura en la vista, rectificó tras el descanso: Ozil al centro y menos miedo. Metros arriba y, además, el cosido pilló al Bayern a calzón bajado, con bastante menos físico, sin presionar tanto y dejando huecos a los blancos. E l Madrid tardó ocho minutos en nivelar el resultado y empezar a controlar el partido con la mano de hierro que suele atenazar a los rivales. El trabajo estaba listo para la puntilla, aunque el resultado ya era bueno de por sí.
Los alemanes, que no son tontos sino lo contrario y lo siguiente a lo contrario, metieron a Muller en el campo mientras que Mou, con exceso de temor, daba un paso atrás: Marcelo por Ozil. Así que el Madrid se echó al Bayern encima cuando tenían la oportunidad de cerrar la eliminatoria. Los teutones pasaron de estar muertos a encontrar aire y a irse a por Casillas con el cuchillo entre los dientes. A todo esto, el partido era tenso pero discreto, sin exceso de calidad a pesar de tanto bueno como había en el campo. Muchos nervios, demasiada excitación y un gran cansancio en todos.
Los últimos minutos fueron un follón de cambios, de variaciones tácticas, de irse atrás para ver si te pillo un gancho, de movimientos de despiste que no valían más que para marear la perdiz. Si el Madrid hubiese dado un paso adelante habría ganado el partido, pero no lo dio y eso le costó la derrota en el gol postrero de Gómez.
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