Fútbol
Bartomeu, una presidencia repleta de sobresaltos
Tres mociones de censura en seis años y la ruptura total con la plantilla, su legado en el Barcelona
'Barçagate', un escándalo de reputación y redes sociales
Los Mossos registran las oficinas del Barcelona y detienen al expresidente Bartomeu
Bartomeu, en una de sus últimas ruedas de prensa como presidente del Barcelona
Josep Maria Bartomeu ha sido detenido esta mañana por los Mossos d'Esquadra como consecuencia del 'Barçagate' , una campaña de difamación que el propio club había iniciado contra personas enfrentadas a la junta, entre ellos jugadores como Piqué y Messi. Una escena ... surrealista, el más difícil todavía. La figura del ya expresidente del Barcelona ha sido un constante foco de conflicto en el entorno culé, desde que obtuvo el mando del la institución en 2014, tras la dimisión de Sandro Rosell, hasta su marcha hace tan solo unos meses y con una nueva moción de censura a punto de hacerse efectiva.
Bartomeu se subió al trono barcelonista, de manera interina, tras la dimisión de Rosell, perseguido por las facturas del extraño fichaje de Neymar. Casi de rebote, ese mismo año, el equipo acabaría ganando el segundo triplete de su historia, una gesta que le abrió las puertas a la presidencia de un club en las elecciones de 2015, en las que aupado por el éxito deportivo venció a Laporta consiguiendo más de la mitad de los votos (25.823). Solo pasaría un año antes de que los escándalos comenzaran a sucederse. En 2016 se enfrentó a su primera moción de censura, a la que sobrevivió, y consiguió su exoneración y la de Rosell por el caso Neymar a cambio de declarar al Barça culpable de delito fiscal, además del pago de algo más de cinco millones de euros como compensación.
Mientras se amontonaban los problemas fuera del césped, también lo hacían dentro de él. Bartomeu, además de la inestabilidad institucional causada, ha estado presente en los grandes despeños del equipo en la Champions League: las goleadas sufridas en París, Turín, Roma, Liverpool y Lisboa fueron un buen número de clavos para el ataúd del expresidente. Como colofón en lo deportivo, él y su junta quedaron expuestos tras la marcha de Neymar, hilo conductor de la turbulenta carrera de Bartomeu. El 20 de julio de 2017, el vicepresidente Jordi Mestre aseguró que al «200%» el brasileño se quedaría en el Barcelona. Tres días después ya estaba aterrizando en París.
Enfrentado con la plantilla
En 2020 estalló el 'Barçagate', realismo mágico, lo que llevó a seis directivos a presentar su dimisión. Como resultado, otra moción de censura y críticas explícitas hacia su persona desde la plantilla del primer equipo, lideradas principalmente por Gerard Piqué . «Le pedí explicaciones al presidente y lo que me dijo es 'Gerard, yo no lo sabía'. Y me lo creí. Luego ves que la persona encargada de contratar esos servicios todavía trabaja en el club», dijo el central la pasada temporada. Pero, sin duda, la gran 'herencia' de Bartomeu es su desencuentro con Messi el último verano, el del burofax. El delantero argentino aseguró que Bartomeu «le había mentido muchas veces» cuando el jugador intentaba buscar una separación amistosa del club. Un tecnicismo en su contrato y una pandemia mundial le salvaron de perder gratis al mejor jugador de la historia del club.
Un agujero económico sin precedentes, los extraños fichajes para cuadrar las cuentas (Cilessen y Pjanic) y una nueva moción de censura, la tercera en seis años , hicieron que Bartomeu, con barba y arrinconado, dimitiese el pasado noviembre mientras cargaba contra la Generalitat por su desempeño en las elecciones del club y anunciaba que había impulsado una superliga europea junto con otros grandes clubes del continente. Un epílogo lleno de sobresaltos, como toda su estancia en el Barcelona.