El día que Piqué vio escrita la palabra «traidor» en el vestuario del Barça

Durante la pandemia, y ante la petición del entonces presidente del club, Josep Maria Bartomeu , de que los jugadores se redujeran el sueldo a la mitad, al ver que el grueso de la plantilla no estaba por la labor, Piqué ( tal como publicó Sergi Font el jueves en estas mismas páginas) negoció por su cuenta con el presidente una mejora de su contrato a cambio de parcelar el pago en plazos más cómodos para el club. Pasó a ser « el defensa mejor pagado del mundo », con un sueldo fijo el último año de 41 millones de euros, más variables.

Bartomeu hizo público el acuerdo, aunque sólo la parte de los cómodos plazos, y vistiéndola de rebaja, y con este acuerdo presionó al resto de los jugadores. Algunos no tuvieron más remedio que ceder, y en términos no tan privilegiados como los de Piqué. El día que se descubrió el pastel, Piqué llegó al vestuario y se encontró escrita la palabra «Traidor» en la pizarra técnica .

Así le veían sus compañeros, y no era una sensación nueva. De hecho, Piqué no fue capitán hasta que no quedó más remedio que por veteranía y galones lo fuera. Pero nunca sus compañeros le eligieron espontáneamente, porque no se fiaban de él y sabían que era un mañoso. También con Messi acabó fatal y en la actualidad no se hablan. Entre otras deslealtades, acudió a Laporta el verano pasado para convencerle de que se desprendiera del argentino, convencido de que sin él le tocaría más tajada.

El propio Bartomeu fue otro damnificado de las malas artes de Piqué, que mientras fue presidente se le hizo el incondicional para sacarle todo el dinero que pudo y que cuando dejó de serlo no ha dejado de ponerlo a parir para hacerse el cercano a Joan Laporta.

Sobre la legalidad de sus negocios con la Federación, de la que tanto se ha hablado, algo llama la atención poderosamente. Rubiales tenía cerrado (en su comparecencia del miércoles, dijo que pendiente de ser ratificado) un acuerdo con Qatar más beneficioso económicamente, que no incluía ninguna comisión ni la obligatoriedad de que Barça y Madrid participaran. Piqué irrumpe con el acuerdo con Arabia Saudí, sin incorporar ninguna ventaja y con los inconvenientes de las comisiones. Viendo un cambio de tercio tan exagerado e innecesario, hay a quien ahora le cuesta creer (sin pruebas, claro, y es importante dejarlo claro) que conozcamos totalmente el destino final de los cuatro millones anuales de comisión que va cobrando Piqué.

Como capitán del Barcelona , ahora afín a Laporta, su continuidad es de las más aseguradas, aunque nada puede darse por seguro en este mundo tan cambiante. Con la llegada de Xavi, la plantilla decidió unir esfuerzos para salir del pozo y la directiva decidió congelar cualquiera de sus decisiones para no intervenir. Con el 0-4 en el Bernabéu la temporada se dio por amortizada y cada cual en el equipo, y en el club, regresó a sus asuntos, y el rendimiento volvió a bajar a niveles de cuando estaba Koeman. La directiva, tras meses de querer venderlo para hacer caja, renovó finalmente e Araujo. Con Sergi Roberto, que no hablaban, hablaron de golpe y fue para decirle que se buscara equipo o que aceptara unas condiciones de continuidad humillantes. A Lenglet y a Dest también les están acompañando a la salida. Y Alba se siente cuestionado y sabe que tendrá que salir, aunque no se lo han dicho claramente. Está ya mayor, todo le cuesta mucho y le penaliza haber sido uno de los grandes amigos de Leo Messi.

Sólo Ferran, Nico, Gavi, Ter Stegen, Pedri y naturalmente Piqué saben seguro que van a continuar. El ambiente en el vestuario está enrarecido. Por ello el martes Xavi les soltó una bronca descomunal, reprochándoles su apatía y su falta de compromiso. Un Xavi que, pese a no ser el entrenador que quería Laporta, y con el que mantiene una relación de desconfianza, no está en duda y todo el mundo entiende que en este momento no hay mejor entrenador posible.

En cualquier caso, el mayor problema de Laporta es de club. La plantilla es un monstruo carísimo y mal articulado, y el soñado Haaland se ve cada día más lejos del Camp Nou y más cerca del Etihad. Representantes de Goldman Sachs están estos días negociando en Barcelona el crédito de 1.500 millones de euro que los socios aprobaron en referendo y que tiene que servir para construir el nuevo estadio y el Espai Barça. La banca de inversión judía no va a entregar ni todo el dinero ni del golpe -en contra de lo que la directiva quería, para administrarlo a su manera-, sino que lo hará por fases, a medida que se vaya construyendo el estadio, y hasta un tope de 800-900 millones, de modo que el nuevo Palau Blaugrana y el resto del Espai Barça tendrán que esperar o buscarse otra financiación. Goldman Sachs sólo se planteará volver a abrir la mano cuando el nuevo estadio empiece a dar beneficios, es decir, cuando vea un modo claro de recuperar el dinero invertido.