Adrián propulsa al Atlético

Casi siempre es una cuestión de miedos. Resulta indescifrable desde otro punto de vista la transformación radical de ambos equipos respecto a sus prestaciones siete días atrás. Con todo perdido, sin otra cuerda a la que ahorcarse, mirando de frente a la eliminación, el Valencia se expresó con ardor . Extrajo todo el caudal de fútbol que conecta más con las motivaciones que con las tácticas, con ese lado tribal que tiene este juego. Se sintió en deuda con su afición, con una población que exige y empuja. Y arrolló al Atlético en el primer tiempo. [Las mejores imágenes del partido]

Fue una descarga total frente a un Atlético pálido , sugestionado por las consecuencias a la vista que entregó primero la pelota y después el gobierno del partido. Sucedió en unos minutos. Le pudo la congoja y se sintió afligido, sin encontrar la respuesta que la ocasión merecía. Presentó un perfil histérico, desprovisto del balón y sin la tradicional ocupación de los espacios que ha desplegado con Simeone. No había tampoco intensidad para meter la pierna y capturar al menos los rechaces. Se metió muy atrás , arrimando la línea hacia Courtois en vez de avanzar y salir con energía.

Canales y Jordi Alba construyeron una sociedad productiva por la banda izquierda, donde Juanfran no tuvo ayudas para contener una vía de agua que amenazó con arruinar la noche del Atlético. Solo esa pareja mostró estilo y finura en la avalancha de fuego cruzado que impulsó su equipo. El Valencia puso el balón sobre el área de Courtois y se dedicó a perseguirlo sediento de sangre, sin un atisbo de tregua para su adversario. [Estadísticas]

Detuvo el portero disparos de todos los colores en una sucesión agónica. Albelda se merendó a los centrocampistas del Atlético en la presión y ni siquiera Diego pudo aplicar pausa, control y toque al juego colchonero. Courtois fue amonestado en el minuto 35 por perder tiempo. Esto da idea del agobio al que le sometió su rival. Fue, claro, el mejor atlético en el campo. Canales chocó varias veces contra sus guantes, también Soldado y en general todos los centros cruzados desde las bandas.

Simeone le hizo pagar a Mario Suárez el descalabro con su sustitución y, de repente, como por ensalmo, el Atlético modificó por completo su actitud ante el partido. Agarró el balón, lo depositó en Diego y Arda , se movió alrededor del esférico y empezó a respirar. Y en una demostración de talento, se propulsó a la final. Diego descubrió un hueco, envió la pelota con la fuerza y la dirección justas y Adrián reclamó un puesto entre los grandes. Largó un derechazo perfecto de colocación y potencia.

El gol descolocó al Valencia, que había hecho más méritos. El partido se calentó y más con el no penalti (no lo fue) por la mano de Tino Costa que alguien atribuyó a Tiago . Tangana tremenda que acabó la expulsión del portugués, aunque no con la atención del Atlético.