Amunike: «¿Soy el padre de Luis Enrique? No, pues no tengo tiempo para chorradas»
El africano, que reclama una oportunidad para demostrar su valía en un banquillo de la Liga, desdeña su etapa en el Barcelona
Amunike da instrucciones a sus jugadores durante un partido de la selección juvenil de Nigeria
No es fácil hablar con Emmanuel Amunike (Nigeria, 1970). A pesar de haber colgado las botas en 2004 y de estar sin equipo como entrenador, el nigeriano es un tipo ocupado al que cuesta robarle quince minutos. «Cuando tengo tiempo libre prefiero dedicárselo ... a mi familia», explica durante su conversación con ABC . Una charla llena de vaivenes, pues hay temas que no le gustan y de los que se muestra reacio a hablar. Como si el paso de los años no hubiera curado las heridas. « Barcelona, Barcelona, Barcelona... Siempre es lo mismo. Lo que pasó allí ya no me interesa . Ahora soy entrenador y no futbolista», replica con hastío.
En el imaginario colectivo el nombre de Amunike suele estar asociado al fracaso, pues su paso por el Barça fue un calvario para él . Aun así, el africano acumuló un palmarés extenso como azulgrana –dos Ligas, dos Copas del Rey, una Recopa y una Supercopa de Europa–, pero sin apenas protagonismo por culpa de las lesiones. « Cuando me llamó el Barcelona tampoco crea que me hizo mucha ilusión , porque yo ya estaba jugando en Portugal en uno de los grandes equipos de Europa (Sporting). En aquella etapa, si le digo la verdad, las lesiones no me dejaron demostrar lo que quería. Pero no quiero obsesionarme con Barcelona. Ahora ya no soy futbolista, soy entrenador. Lo que me importa ahora es lo que se viene en el futuro. Lo que pasó ya no me interesa. No quiero hablar de este tema», reconoce con cierto desprecio hacia esa época de su vida. De hecho, en la Ciudad Condal apenas pudo demostrar su valía tras ser operado de la rodilla. Nunca fue el jugador que maravilló con su selección, campeón olímpico en Atlanta 96 (autor del gol del triunfo en la final) y mundialista en 1994, y en aquella amargura sigue anclado cuando se le pregunta por su pasado. Quizá le duele lo que pudo haber sido, aunque sin duda la suya fue una carrera de éxito opacada tras su fracaso como azulgrana.
Amunike, en su época como azulgrana
Antes de llegar allí, Amunike había protagonizado una aventura memorable. De los campos de tierra de su Nigeria natal, donde jugaba para escapar de la pobreza, hasta alcanzar la gloria en Europa. Un periplo que muchos africanos tratan de emular cada día y que solo un puñado de ellos consigue recorrer con éxito. «Hay mil jugadores muy buenos como tú y no todos llegan. Hay que tener también un poco de suerte y dejarse la piel en cada entrenamiento. Los chavales en África ven el deporte como una vía para escapar de la pobreza . De mejorar su vida. Yo hice muchos sacrificios y dejé muchas cosas de lado para llegar a ser profesional».
Esos recuerdos de la infancia le marcaron para siempre, forjando un carácter luchador que perdura hoy. Si no fuera así ya habría desistido de su idea de entrenar en España. Deseo que por ahora ha resultado imposible. « Me encantaría poder entrenar aquí . Creo que ya he demostrado mi valía –ha sido campeón del mundo sub 17 con Nigeria y ha llevado a Tanzania hasta la Copa de África– y que me merezco una oportunidad que no ha llegado. Vivo en España, me formé aquí como técnico y es el fútbol que más conozco. Si no me dan esa oportunidad nunca voy a poder demostrar si valgo o no », señala con esa amargura que empapa cada una de sus palabras.
Un cántico maldito
A la hora de buscar una explicación para esa falta de oportunidades, Amunike no se corta y expone sus ideas con claridad. «El concepto general que existe es que nosotros, los africanos, no podemos dirigir a un equipo. ¿ Cuántos entrenadores negros hay en Inglaterra? Ninguno. ¿Y en España? Ninguno . Nadie quiere hablar de esto. Si se trata de un exjugador blanco que quiere ser entrenador, al día siguiente está entrenando en primera división. Luego hay otros que hemos hecho muchas cosas y no tenemos esa oportunidad. El mundo no está ciego y ve este tipo de cosas. Nadie dice las cosas como son pero la realidad es la que es y es la misma en España», apunta en referencia a un supuesto racismo que, según él, pervive aún en ciertos sectores de la sociedad. «¿Racismo? No lo sé, pero sistemáticamente te dicen que no a entrenar en España. ¿Qué es más racismo, cuando alguien te llama por tu color o cuando no te dejan hacer lo que quieres por esa misma razón? Hay que ser realista. La gente se asusta cuando le dices estas cosas, pero es la realidad. Claro que existe la discriminación. Podemos decir que todos somos iguales, pero al final no es lo que se ve en la práctica. La realidad es muy diferente. Esta es mi opinión. Cada uno pensará una cosa. Yo no estoy en contra de nadie, pero esto hay que decirlo», reconoce sin ambages.
Mientras espera esa llamada que no llega, Amunike vive tranquilo en Santander, donde de vez en cuando algún aficionado le saca del anonimato que le ha conferido el paso de los años gritándole aquello de «Luis Enrique, tu padre es Amunike». «No me gusta. ¿Soy el padre de Luis Enrique? No. ¿Entonces por qué tendría que preocuparme?. No tengo tiempo para chorradas . No merece la pena hablar de cosas sin sentido», zanja el africano, molesto por un cántico que marcó buena parte de su etapa como futbolista en España. Lo que sí le une con el asturiano es su pasión por los banquillos. De hecho se muestra feliz por cómo le van las cosas en la selección. «De aquel vestuario del Barcelona salimos muchos técnicos buenos como él, Guardiola, Óscar o Mourinho ... Es siempre bonito ver a aquellos compañeros con los que has compartido vestuario, que están entrenando y haciendo las cosas bien. Creo que es bonito. Cada uno es distinto y tiene su carrera y filosofía. Cada uno tiene su tiempo, espero que llegue el mío». Todos con oportunidades. Todos, menos él.