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Final Champions League

Alphonso Davies, del campo de refugiados a la final de la Champions

La infancia del brillante talento del Bayern está marcada por la Segunda Guerra Civil de Liberia, el exilio en Ghana y el reasentamiento en Canadá

Final Champions League: horario y dónde ver el PSG - Bayern de Múnich

Rubén Cañizares

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El fútbol de élite es sinónimo de ceros infinitos en las cuentas corrientes de sus protagonistas. Es, de lejos, el deporte que más dinero mueve en todo el mundo y sus principales actores son los que más se benefician de ello, pero son también bastantes los jugadores que llegan hasta la cima del fútbol marcados por una infancia de pobreza, delincuencia, crimen y drogas alrededor de su día a día y de su núcleo familiar. Incluso hay jugadores que han tenido que sobrevivir a una guerra antes de ser el referente de millones de niños en el planeta. Un caso muy conocido es el de Luka Modric , cuatro veces campeón de Europa y Balón de Oro 2018, pero no es el único. El domingo, en el estadio Da Luz de Lisboa, otro niño de la guerra llamado Alphonso Davies aspira a la primera Champions de su imberbe carrera.

El lateral izquierdo del Bayern, sensación de la Bundesliga y de la competición continental, nació el 2 de noviembre del año 2000 en Buduburam , un campo de refugiados situado 45 kilómetros al oeste de Acra, la capital de Ghana. Hasta allí se habían desplazado sus padres huyendo de los horrores de la Segunda Guerra Civil de Liberia, conflicto que provocó la muertes de 250.000 compatriotas y la huida de más de un millón: «Para sobrevivir tenías que empuñar un arma», recuerda su padre Debeah. «Había que saltar por encima de los cadáveres para ir a por comida. Era terrible», rememora Victoria, su madre.

En Buduburam nació Alphonso y allí vivió sus primeros cinco años de vida entre chabolas, cabañas, y el Parque Pupu, un campo de barro con dos porterías sin redes donde los niños jugaban al fútbol : «La vida de un refugiado es como si te meten en un contenedor y te encierran con un candado. No hay forma de salir», explica su progenitora. En 2005, un programa de reasentamiento en Canadá abrió la puerta de una nueva vida para Davies y sus padres.

Llegaron a Edmonton y allí creció la familia con dos hijos más, dos hermanos a los que el joven jugador del Bayern tuvo que cambiar muchos pañales: «Mi padre se levantaba a las cuatro de la mañana y mi madre trabajaba desde las 10 de la noche hasta las ocho de la mañana. Era duro, pero éramos felices», recuerda el futbolista de sus primeros años en Canadá, donde jugaría al fútbol en dos equipos locales, el Edmonton Internationals y el Edmonton Strikers, hasta que los Vancouver Whitecaps de la MLS llamaron a su puerta en 2015, con solo 14 años, para llevárselo a la academia de jóvenes de la franquicia.

Escalada rapidísima

Allí su ascenso fue vertiginoso. En enero de 2016 ya hizo la pretemporada con el primer equipo y jugó la USL con el filial, los Whitecaps FC2 , que es como una segunda división de fútbol en Estados Unidos. En julio, se incorporó definitivamente al primer equipo y se convirtió el segundo jugador más joven en debutar en la MLS, con 15 años y 257 días de vida: «Entras más rápido en el mundo de los adultos cuando tienes que preparar la comida a los más pequeños, mientras tus amigos están con los videojuegos. Prometí ser un buen chico, mantener siempre los pies en el suelo y no olvidar nunca de dónde venía», recuerda Davies, que pocos meses después también hizo historia al debutar con solo 16 años en la selección absoluta de Canadá.

Temporada y media en la MLS, tiempo en el que disputó 65 partidos marcó ocho goles y dio 12 asistencias , fue suficiente para que a finales de 2018, justo al cumplir la mayoría de edad, se lo llevara el Bayern por apenas 12 millones de euros. Vino como sucesor de Robben, pero la explosión de Coman en el extremo izquierdo hizo que Flick lo reconvirtiera en lateral: «Para nosotros es un seguro de vida, gracias a su velocidad. Defensivamente es sólido y ofensivamente asume cada vez más responsabilidades. Su evolución ha sido fantástica», explica su entrenador. «Ya no nos imaginamos un Bayern sin él», revela Salihamidzic, el director deportivo. «Tiene un ritmo explosivo y un pie izquierdo realmente bueno. Nunca hemos tenido un jugador como él», describe Muller.

Entre sus hitos en este corto espacio de tiempo en la élite sobresalen dos de ellos. Ser el segundo goleador más joven de la historia del Bayern, con 18 años y 4 meses y 15 días, gracias a un tanto al Mainz (6-0) en marzo de 2019; y obtener el récord de velocidad punta en la historia de la Bundesliga, 36,51 kilómetros por hora , logrado en el partido contra el Werder de este curso. Mañana, con solo 19 años, jugará su primera final de la Copa de Europa. De Buduburam a Da Luz. Una historia de película.

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