España, sin Europeo y sin Juegos

Después de salvar la visita a Serbia de la pasada semana , al conjunto de Albert Celades se le apagó la luz en el Carranza. El 0-0 de la ida era bueno, pero peligroso porque un error penalizaba demasiado. Y llegó a la media hora de la manera más tonta, con un autogol de Saúl después de un despeje de Gayá que rebotó en el jugador del Atlético. La acción, además, no entrañaba demasiado peligro porque el centro de Pesic, que entró por la izquierda como un rayo, no tenía destinatario.

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Ese cómico fallo condicionó un partido incómodo de por sí, sospechoso incluso antes de jugarse. España, con un equipazo contrastado, ilustres nombres que ya suenan en Primera, se atascó y pecó de los mismos errores que a veces condenan a los grandes. Tocó y tocó, pero se olvidó del remate. En los primeros 45 minutos, poco más allá de un disparo de Isco u otro de Sergio Gómez.

Con la posesión estirada al infinito, la sub 21 no le dio sentido al dominio del balón. Isco asumió el mando, pero le faltaron socios con los que enlazar, demasiado previsible el juego por dentro. Por contra, Serbia se encargó de cortar cualquier ataque (diez faltas en veinte minutos) y marcó incluso antes de tirar a puerta. Alarma roja para España.

La situación obligaba al equipo de Celades a marcar dos goles, como poco, para superar la eliminatoria. A la desesperada, en la reanudación dio un paso al frente para buscar la portería de Dmitrovic y se todo torció aún más con la lesión de Muniain, herido en el hombro después de una durísima entrada. Sandro entró en su lugar y al rato también fue relevado un inoperante Deulofeu por Sarabia, mosqueado el sevillista y con la boca llena de improperios.

Como era de esperar, Serbia concedió el control a España, asfixiada por las prisas. Fue moviendo sin encontrar un hueco hasta que Sandro, que tiene una pinta excelente, disparó al palo después de un movimiento de altísimo nivel. Desde las urgencias, por fin un poco de pasión y nervio en el combinado nacional.

Fueron minutos de fe, minutos de intensidad española en busca de la gesta. Celades se la jugó con la entrada de Oliver por Muniesa e Isco cargó con la responsabilidad, encargado de gestionar cualquier acción de ataque. Hubo varias y lo cierto es que España mereció algo más, pero chocó con el portero balcánico y con su falta de acierto.

El paso de los minutos derivó en ansiedad y los chicos se ofuscaron en su intento. Llegaron muchísimas veces al área y de ninguna de las maneras, imposible. Y se creyó en el milagro con el gol de Sergi Roberto en el tiempo de añadido, un balón de oxígeno que casi abre las puertas del milagro. Lo rozó Munir en un remate a bocajarro en el 92, solo ante el portero, un tanto cantado. Falló y en la contra sentenció Serbia con un disparo de Kostic. En Cádiz, donde todo suele ser alegría, España se llevó un tortazo doble. No hay ni Europeo ni Juegos Olímpicos.