El Barcelona se reconcilia

La titularidad de Xavi , la primera en Liga, sirvió para confirmar la tremenda importancia de Rakitic en los planes de Luis Enrique. El capitán azulgrana, acostumbrado a jugar en el perfil derecho del centro del campo, asumió la apropiación de su parcela favorita por parte del exsevillista y ocupó la vacante de Iniesta, que descansó de inicio con vistas a la exigente prueba del martes en París. Xavi tuvo que masticar desde el primer minuto, igual que sus compañeros, el denso planteamiento de Caparrós. Es tradición, por lo visto, que los nazaríes presenten batalla atendiendo principalmente en defensa, poblando el centro del campo —¡cuatro mediocentros en liza!— y fiando la producción ofensiva al músculo veloz.

Precisamente esa máxima se cumplió en el minuto 7, momento en que Foulquier galopó desde campo propio y centró raso para El Arabi, que en segunda instancia, desde el suelo, remató al larguero. El Granada, cómodo en el primer tramo del choque, asustó a Bravo y comprobó el efecto de la imperial zancada de Mathieu, rapidísimo al corte. Mientras, en el área de Roberto, Munir falló el primero a puerta vacía y el árbitro le anuló un gol de Messi . Solo eso ya fue más de lo que acumuló el Barça el miércoles en Málaga, donde no localizó al argentino ni le sacó partido a la presión alta. Tres días después del tropiezo, con paciencia y dedicación, los azulgrana encontraron soluciones. Eso sí, rompieron la muralla gracias a un error de Yuste, que regaló un balón en mal sitio. Neymar agradeció el detalle, encaró a Babin y marcó el primero en semifallo, tras rebotar en el francés.

El segundo lo metió Rakitic , que día tras día va incorporando novedades al repertorio de la medular. El croata, a quien el Camp Nou despidió con una ovación enorme, firmó una acción de nueve al cabecear a la red un gran centro de Messi, que previamente se había deshecho de dos oponentes. Al borde del descanso, otra vez Neymar -máximo goleador azulgrana- selló el triunfo y la reconciliación del Barça con su magnífica pinta. En la segunda parte, Caparrós disolvió el esquema inicial y propició un festival en su contra. En el 61, Messi sumó su gol 400 al culminar, de cabeza, un tiralíneas propuesto por Xavi y prolongado por Alves. Fue la acción más bella del partido, una oda a la precisión. Mientras, Neymar siguió a lo suyo, rentabilizando su emergente facilidad para el gol. Firmó su segundo triplete como azulgrana y Messi, en el 81, cerró la exhibición gracias a otro regalo de la desmoralizada defensa del Granada. El argentino, por cierto, sigue sin rotar.