El Córdoba vuelve a Primera en el último minuto

Las Palmas y Córdoba habían asumido sus papeles desde el pitido inicial. Los canarios, favoritos, más técnicos y con el apoyo del público, se quedaron con la pelota, intentando superar el ordenadísimo esfuerzo defensivo de los cordobeses. El mago Valerón flotaba hacia la banda derecha para asociarse con Nauzet y Ángel, y entre los tres fueron metiendo al Córdoba un poco más cerca de su área en cada jugada.

Los pupilos de Albert Ferrer resistían y se pudieron adelantar tras una pérdida de Momo en el centro del campo, con la que Pedro se plantó solo ante Barbosa. El portero canario, muy seguro, se adelantó bien y frustró la oportunidad cordobesa, la única de los andaluces en el primer tiempo más allá del balón parado.

Para Las Palmas, Nauzet Alemán tuvo la mejor opción con un disparo desde el pico del área que cruzó al poste. Amparados en su buen trato de la pelota, los canarios eran algo superiores y soportaban la tensión de una cita tan grande. Pero no era suficiente para adelantarse, y sabedores de que el 0-0 les beneficiaba y de que un gol visitante valdría por dos, eligieron no arriesgar. El Córdoba debía mover fichas tras el descanso.

Ferrer lo entendió y metió a Arturo, delantero, en el intermedio. Pero justo tras salir de vestuarios, Raúl Bravo perdió un balón imperdonable al borde de su área que se quedó Aranda. El delantero malagueño, en superioridad, aguantó, esperó y asistió a su paisano Apoño, que llegó desde atrás para hacer el 1-0.

El Córdoba subió líneas con el gol encajado y Las Palmas se echó atrás, pero aun así los canarios tuvieron más opciones en la segunda parte, sobre todo gracias al veterano Aranda. Los andaluces vivieron más cerca del área de Barbosa, pero nunca inquietaron al capitán canario. Nunca hubo ni un presagio de remontada cordobesa.

Tanto parecía Las Palmas en Primera, que la afición canaria invadió el césped del Estadio de Gran Canaria en el primer minuto de descuento. El árbitro paró el partido y se negó a reanudarlo hasta que no se vaciara el césped, mientras más aficionados de Las Palmas seguían bajando desde las gradas. Sánchez Martínez llegó a amenazar con la suspensión del partido si lso aficionados no volvían a las gradas.

Cuando se calmó la situación, el árbitro decidió reanudar los dos minutos de descuento que quedaban y en el último segundo sucedió lo increíble: un centro al segundo palo de Pelayo, adonde Raúl Bravo llegó solo. Su remate lo tocó Barbosa, pero el rechace quedó muerto, caminando lentamente hacia la línea de meta, donde Ulises Dávila lo remató para hacer un gol absolutamente histórico.

El árbitro, Sánchez Martínez, pitó el final del partido y salió corriendo a la caseta. Los jugadores de los dos equipos se fueron corriendo al vestuario, unos entre lágrimas y otros, eufóricos. El Córdoba, 42 años después, es de Primera División.