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Luis Enrique, la carta conocida
El asturiano afrontará desde el banquillo del Camp Nou su tercera etapa en el Barcelona
Luis Enrique, la carta conocida
El próximo 16 de mayo se cumplirán diez años del último partido de Luis Enrique como futbolista profesional. Veterano de la primera plantilla que heredó Frank Rijkaard a su llegada al banquillo del Barcelona, el asturiano se despidió a los 34 años –la misma edad ... que hoy tiene Xavi– del Camp Nou y del fútbol en activo en el minuto 59 de un Barça-Racing. Se saludó con Marc Overmars, su sustituto, recibió un modesto homenaje del que había sido su público durante ocho tormentosas temporadas –vivió íntegramente las sombras de la era Gaspart– y al año siguiente se apuntó al curso de entrenadores, donde compartió experiencia con una selección de ilustres ex compañeros que actualmente, como él, se ganan la vida en la élite; caso de Pep Guardiola, Juan Antonio Pizzi, Sergi Barjuan, Albert Ferrer o José Luis Caminero.
En 2008, tras el ascenso de Guardiola al primer equipo del Barça, el presidente Joan Laporta le confió el Barça B, que por entonces acababa de subir a Segunda B. Aquella fue la primera experiencia en el banquillo de un tipo respetado en el entorno futbolístico gracias a su carácter irreductible, propio del gen asturiano, y a su gran polivalencia, hechos que le valieron para destacar tanto de lateral como de delantero y que le llevaron a ser queridísimo en el Camp Nou apenas dos años después de celebrar en el Santiago Bernabéu el tercero de los cinco goles que el Real Madrid le metió al Barça en la temporada 94-95. Secundario en el conjunto blanco y molesto por una mejora contractual incumplida, en 1996 Luis Enrique se marchó libre al eterno rival por expreso deseo de Johan Cruyff, quien curiosamente nunca llegó a dirigirle; primero con Robson y luego con Van Gaal, el gijonés se convirtió rápidamente en una pieza clave del engranaje azulgrana. Está casado con una catalana y mantiene un vínculo muy fuerte con el club donde dio sus mejores tardes.
La determinación que caracterizó a «Lucho» en su notable etapa como futbolista de primer nivel se ha plasmado en sus tres experiencias como entrenador. Le cambió la cara al Barça B combinando el toque y la inspiración con muchas horas de preparación física –es conocida su gran afición por las carreras de fondo–. Su buen trabajo en el filial no pasó desapercibido en Italia y en 2011 firmó por la Roma. Allí se enfrentó con el capitán Francesco Totti, chocó con la prensa y no fue capaz de conseguir buenos resultados a través de un manual, el suyo, que no logró adaptarse a los patentes rasgos del fútbol transalpino. Tras un año sabático, recaló el verano pasado en el Celta de Vigo, donde se ha rodeado de algunos futbolistas a los que ya conocía de la cantera azulgrana –Rafinha, Fontàs y Nolito– para confirmarse como un entrenador osado y versátil. No ha terminado la temporada en Vigo y ya trabaja con Andoni Zubizarreta para cambiarle la cara al Barcelona .
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