liga bbva | jornada 31
Otro penalti decide el derbi catalán
Messi, que se estrenó en Cornellà, decanta un calentísimo partido (0-1) que terminó con altercados fuera del estadio
Otro penalti decide el derbi catalán
Se puso británica la tarde en Barcelona para el derbi catalán, cita clásica especialmente caliente cuando se libra en Cornellà-El Prat por la ausencia –por motivos de seguridad, dicen– de aficionados visitantes en la grada. Y curiosamente, a diferencia de lo que pasa en ... la Premier, donde más solo se siente el Barça es en casa de su vecino, un Español empeñado esta temporada (y siempre que puede) en amargar los sueños (ligueros, en este caso) de su Goliat particular. Lo intentaron los pericos, pero un penalti de Javi López en la segunda parte –mano clara, la del sevillano– decantó la balanza a favor del equipo azulgrana. Leo Messi transformó la pena máxima por el centro y cerró un choque que se pintó sobre el césped, de menos a más, tal y como estaba previsto: con altas dosis de brega, esfuerzo y rivalidad. El resultado, aunque por los pelos, terminó sonriendo al catalán más poderoso. [Así narramos el partido]
Los pericos, fieles al libro de estilo de Javier Aguirre, entregaron con gusto el dominio del balón y dedicaron la mayor parte de sus intenciones a perseguir ‘senyeres’ sobre el césped, cerrar pasillos internos y alejar a Leo Messi de la portería de Kiko Casilla. Objetivo logrado, porque el argentino, enrachado en las últimas jornadas, sólo se acercó a la definición, penalti aparte, una vez en todo el primer tiempo; en el minuto 16, cuando a punto estuvo de abrir la lata, de cabeza, por encima del guardameta y a pase de Dani Alves, quien de nuevo compensó errores defensivos, como el que propició una clara ocasión de Pizzi, con imaginación en ataque. Precisamente de lo último no fue sobrado el Barça, ya que Gerardo Martino guardó a Iniesta, tocado en el muslo, pensando en la Champions.
Y ahora mismo, la renuncia al talento del manchego –único culé querido en Cornellà por su recordado detalle con Dani Jarque en Sudáfrica– conlleva la evaporación del principal elemento de asociación para Messi. Sin el mejor centrocampista, el astro se ve obligado a pisar el círculo central incluso con más asiduidad que Cesc Fàbregas, teórico interior que a la práctica tiende a desaparecer entre líneas para dejar el equilibrio de la medular sólo en manos de Xavi y Busquets. El de Arenys hizo un mal partido y jamás pudo sorprender a la trabajadora dupla de centrocampistas formada por David López y Víctor Sánchez. Sólo amenazó su capacidad para dar asistencias. De sus botas nació una de las dos ocasiones claras que tuvo Neymar en la primera mitad, la que el paulista, que estaba a apenas dos metros de la línea de gol, remató por encima del larguero con la portería vacía. No fue la única, ya que después mandaría desviado un mano a mano. Ambos errores impropios de un futbolista de su categoría.
Pero Neymar aporta otras cosas. Desborda, asiste y desespera al rival. Tiene una habilidad especial para salir en la foto de las polémicas. Pasó en el Bernabéu cuando Undiano expulsó a Ramos y volvió a repetirse en Cornellà en la acción que decidió el encuentro, la de la mano de Javi López. Por cierto, el lateral terminó jugando de portero –no lo hizo nada mal– por la expulsión de Casilla, quien acabó expulsado por tocar el balón fuera del área y provocó un enfado monumental que se extendió a los aledaños del estadio una vez Clos pitó el final. Bien haría la afición del Español, muy centrada en la queja, en animar con orgullo a un equipo que ante su rival histórico pudo pelear de igual a igual, con sus armas y a lomos de un Sergio García cuya clarividencia en ataque es como agua de primavera.
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