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El Éibar, un líder con futuro incierto
Va primero en Segunda y es «modelo de gestión» de la LFP, pero si no logra 1,7 millones puede perder la categoría

Anda estos días el Ego bien alto por Éibar. Hablamos del río. Porque la ciudad armera mantiene a raya su modestia por más que el equipo de fútbol local, histórico de la división de plata, alumbre sueños de primavera: pujar serio por el que sería su primer ascenso a Primera. Uno de esos relatos marcados por la épica que de vez en cuando refresca el deporte profesional, si se tiene en cuenta que el club vasco viene del infierno de cuatro años en Segunda B y que presume de las cifras más humildes del fútbol español: el menor presupuesto —3,5 millones—, el menor aforo —5.500 localidades— y 2.700 socios de entre 27.000 habitantes.
Pero la gloria del Éibar, revelación absoluta tras situarse líder en solitario con 45 puntos, por encima del Deportivo, el Recreativo y el Sporting, se cobra muy cara. El Consejo Superior de Deportes le exige 1,7 millones en concepto de ampliación de capital social de aquí al 6 de agosto. De lo contrario, podría ser que aún comprando billete de subida por méritos deportivos, perdiera la categoría y cayera otra vez al abismo de la Segunda B. ¿El motivo? La ley de sociedades anónimas deportivas, que obliga a los clubes que vuelven a Segunda a reunir un capital equivalente al 25% de la media de gasto presupuestario del resto de equipos de la categoría.
La realidad es aún más despiadada, inverosímil, porque el Éibar es un equipo con bolsillos de cristal, aseado y sin deudas, que ahora debe rascar donde no hay para soportar una ampliación de capital que, en realidad, marcan otros clubes endeudados hasta las cejas. «Es injusto», afirma el presidente, Álex Aranzabal, que recuerda que desde la Liga de Fútbol Profesional se elogia el «modelo Éibar» para la gestión económica de los clubes:gastar ajustándose a los ingresos. Una disciplina contable que les llevó a eliminar el equipo filial cuando el descenso. Las acciones del Éibar valen ahora 422.253 euros pero deben sumar 2.146.525 euros. «El Éibar no necesita esa ampliación. La ley se hizo pensando en clubes no saneados; no es el caso. Aún así, tenemos esperanza, el Consejo muestra su buena disposición para hallar una salida», relata Aranzabal, que se siente respaldado por los partidos políticos, las instituciones y los propios equipos de la Liga. «Todos nos apoyan».
La hucha con los ahorros
Por si acaso, el club cuenta con «casi un millón» de euros consignados en su contabilidad como «reservas de libre disposición». Faltan 800.000 euros, para los que también prevén «movilizar» a su masa social (accionistas, abonados, el entorno...). Y mientras la suerte corre en el doble carril de los despachos, el conjunto azulgrana —que vio crecer a Xabi Alonso y David Silva— hace buena su condición de humilde en lo deportivo. «Tenemos los pies en el suelo, no renunciamos a nada. Ojalá seamos el soplo de aire fresco que ncesita el fútbol», apunta Aranzabal.
Gaizka Garitano fue con David Silva protagonista del equipo que por unos minutos estuvo en Primera, en la gloriosa campaña de 2004-2005. Hoy es su entrenador y, como tal, opta por la contención. «¿Qué quieres que te diga? ¿Que vamos a subir y que luego a Champions? Si no tenemos ni campo para entrenar, entrenamos en ese anexo artificial (señala con el dedo)... Tranquilidad. Mira, en Primera hay 46 puntos de distancia entre líder y colista. En Segunda, 15. Lo lógico es que otros con mucho más potencial nos pasen de aquí al final», sostiene. El excentrocampista del Athletic habla orgulloso de su vestuario:«Es joven, tiene hambre de hacer cosas grandes en el fútbol, va a muerte y no regalará nada», dice a ras de cesped. Vienen de ganar a la Real 0-1 en un amistoso y Murcia espera el domingo.
Aún es pronto para la efervescencia en el municipio, donde el límite geográfico y sentimental entre Guipúzcoa y Vizcaya se marca en las balconadas con banderas de la Real y Athletic. En medio está Éibar, que presume de tener dos Corte Inglés (uno más que Bilbao, dos más que San Sebastián) y mucha industria (las bicicletas Orbea, las máquinas de coser Alfa, la fabricación de armas). Pero el gran orgullo del eibarrés es el frontón Astelena (1904), «la otra catedral», la de la pelota.
El estadio de Ipurúa, como su equipo, también se halla en lo más alto de un Éibar encajonado entre montes. La geografía sentimental traza una raya oblicua desde de la plaza del Ayuntamiento (la de la República), sube en escaleras mecánicas atravesando la plaza de Toros a un lado, el cuartel de la Guardia Civil al otro, y allá al frente Ipurua, que en euskera significa enebro. «De sus ramas sale estas bolitas negras que ves aquí. Con ellas se hace el ginebra», dice Roberto Bergara, del bar que espera junto a las taquillas.
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