barcelona
Neymar ejerce de Messi
El delantero brasileño llegó tímido al Barcelona, pero se está dejando ir como líder sustituto
xavi hernández
«Llegué tímido, pero me estoy dejando ir», reconoció Neymar Júnior después de anotar el miércoles contra el Celtic de Glasgow, en sólo catorce minutos, su primer hat-trick con el Barcelona. En realidad, de cara a la prensa sigue pintándose como un chico ... retraído, pese a aparecer en la zona mixta con un sombrero de medio lado. No proyecta la voz, ni siquiera se atreve con el «portuñol» —esa forma lingüística a caballo entre el portugués y el español— y su discurso jamás se sale de la pauta. Intenta ser discreto, por mucho que las cámaras adoren su sonrisa pícara. Sobre el césped, no obstante, otro gallo empieza a cantar. Y nunca mejor dicho, dado el apodo que arrastra desde sus tiempos mozos por unos extravagantes peinados que, por cierto, ha suavizado desde su irrupción en Europa. Pasados más de cuatro meses desde su debut, apenas ha explotado su sociedad con Leo Messi, pero empieza a demostrar sus dotes para liderar un ataque huérfano de su estrella.
Neymar le metió tres goles al Celtic, pero pudieron ser más. Y eso que Gerardo Martino, por si acaso, se encargó de quitarle presión: «Obviamente no tiene las características goleadoras de Leo , que lo hace todo muy fácil de cara a puerta». El argentino se lesionó en la primera parte del Betis-Barça del 10 de noviembre, en un partido donde Neymar abrió la lata y comandó la victoria (abultada, por 4-1). Sin embargo, ahí se acabó la capacidad del paulista para materializar, en ausencia del máximo goleador, su generoso torrente creativo.
Contra el Granada no marcó, e incluso vio cómo Iniesta y Cesc le pasaron por delante a la hora de tirar penaltis —lo asumió, sin más— y luego llegaron las dos derrotas seguidas de Ámsterdam y Bilbao, donde fue engullido por la indefinición, la falta de intensidad y la impotencia de todo el equipo. Tampoco hizo méritos para echárselo a la espalda.
Neymar descansó en Cartagena y este miércoles, por la sanción de Cesc, apareció para ocupar la posición de falso delantero centro , esa demarcación diseñada para que el talento aparezca por cualquier lado, con cierta anarquía; el sitio que Guardiola y Vilanova se inventaron para descubrir al gran Messi, al de los cuatro Balones de Oro. No era la primera vez que el brasileño atacaba por el medio, pero la costumbre de hacerlo por la izquierda le provocó cierta incomodidad en los primeros minutos. Se le veía necesitado de banda, paradójicamente falto de perspectiva ante tanta libertad de movimientos, aunque no por ello dejó de pedirla.
La dinámica cambió cuando antes del descanso Neymar cayó a la banda derecha y recibió en carrera de Piqué, con la defensa del Celtic desprevenida. El 11 encaró con furia, sabiéndose superior, y Ambrose, central de los escoceses, sufrió el primer entuerto de la noche. Neymar le quebró en un palmo. Justo después sirvió con precisión para Pedro, que anotó el 2-0 en el área chica. Una asistencia le despertó el instinto y minutos después se estrenó en la Champions al culminar una jugada brillantemente parida por Alexis y Montoya. Celebró con rabia su reencuentro con el gol e irrumpió en la segunda parte con ganas de jaleo. Quería confirmar su confirmar su destape y lo consiguió. Completó el hat-trick, al son de su trote ligero, feliz con su condición de líder espontáneo.
Neymar se gustó también en la celebración . La liturgia de los brasileños con el gol tiene ese componente de color que él también cumple.
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