El Barcelona se sobrepone a la ausencia de Messi

Decía el «Mono» Burgos de su Atlético, y referente a las ausencias que iba a tener en Oporto, que «saldrán unos tíos que van adelante con una cuchara de plástico». Se refería a legionarios de pelo en pecho y camisa abierta, algo así como lo que les decía Riddick a un «pringaíllo» chuleta de dos metros en la segunda película de la saga: «Te mato con mi taza de té». Y lo mataba.

Pues el Barcelona es como Riddick y el Atlético, pero con un violín letal en vez de la cuchara o la taza. Solo que esta vez tenía el sonido, pero no contaba con el arco, la cuchara o la taza. Simplemente porque no estaba Messi, que son palabras mayores.

El Barcelona hizo ante el Celtic lo que hace siempre, pero a la hora de rematar la faena, de dar la cuchillada final se encontró con que la navaja estaba roma. Neymar intentó hacer de Messi y cierto que el mayor peligro llegó de él y de ese fantasma que anda que es Cesc , ese que no está y de pronto está, pero eso no fue suficiente en una primera parte ante un Celtic que tiene bien aprendida la lección. Son como esas hordas bárbaras de gesto feroz y dientes prietos que juegan poco pero corren mucho, ponen cara de velocidad y son armarios de tres puertas que chocan y chocan sin caer una sola vez, derribando montañas, mucho más granitos de arena como son los pequeñitos del Barça. [Narración y estadísticas]

Les valió para eludir las añagazas de los enanitos azulgrana, que son malévolos y peligrosos, durante muchos minutos, pero fue a costa de dejar solo a Samaras , ese que además de ser el sex symbol de las féminas de media Europa es un pedazo de jugador. El mejor del Celtic de largo, y el mejor de Grecia de más largo todavía. Pero no fue suficiente. El griego lo intentó con su larga zancada mientras su melena se agitaba al viento de Mikonos, pero no bastó. Bartra, que se ha venido muy arriba en las últimas horas, se fue a por él y le dijo que para guapo él, y que no le iba a dejar tocar una.

Contra diez

Así que el partido se disputó en ese ir sin vuelta que suelen ser los partidos del Barcelona. Un encuentro de balonmano a la espera de que un resquicio diera lugar a un agujero y luego a un boquete. No lo consiguió porque el físico de los escoceses, tipos rudos de amplio tórax, no se acababa, por lo que se fueron al descanso con mucho fútbol, mucho toque de balón pero una o ninguna ocasión de gol, solo a la espera de que los pulmones escoceses se les desparramasen por la boca. Costaba porque ellos eran como una banda de estibadores crecidos ante el olor de la cerveza. Todos juntos, unidos en la camaradería, aguantando cual legionarios. Ni siquiera la justa expulsión de Brown , que confundió el brazo de Neymar con el balón, alteró el guión del Celtic, que seguía encerrado, férreo, sin ceder un metro, áspero y duro como el pedernal.

Incluso con diez el Celtic fue heroico. Tanto que hizo de Valdés un Jekyll y Míster Hyde, con un paradón increíble y luego con una cantada insólita. Perdón escocés, gol del Barça. Apareció el fantasma que anda, Cesc, en la única contra que tuvo el equipo azulgrana y de cabeza la colocó en la red, haciendo de Messi, Neymar y Pedro juntos . Los escoceses lo intentaron siempre, pero ya les quedaba poco aire y el que tenían se les iba con prontitud con diez en el campo. Había agujeros en la zaga local y Neymar se movía por aquí y por allá como una abeja molesta o una mosca zumbona que iba por aquí y por allá con el puñal preparado para dar la estocada mortal.

Lo pudo hacer Alexis, pero ya se sabe cómo es. Borda lo difícil y estropicia de forma escandalosa lo fácil. Ahí apareció dos veces Forster para manchar la gloria del chileno.