Thiago corona al futuro de España

La selección española se ha convertido en un bálsamo en todas sus versiones. Todo funciona de maravilla en la absoluta con Vicente del Bosque y el estado de bonanza se traslada a la división inferior, ese equipo sub 21 que se contagia con el magnetismo de sus mayores . Se presentó España en la final del Europeo sub 21 con un desparpajo total, ausente el pliego de inhibiciones y equipado de serie el grupo para el éxito. [Así hemos narrado el partido]

Fútbol de salón

Enfrente estaba Italia, tradicional punto de zozobra para los nuestros. Allá donde hay un italiano en cualquier partido de fútbol, el adversario debe ponerse en lo peor . Han ganado mundiales sin dar un palo al agua y eurocopas expulsando a la gente de los estadios con ese odioso catenaccio tan corrosivo para el fútbol y beneficioso para ellos. Italia sub 21 parecía fabricada en el mismo molde, pero los tiempos han cambiado. Ahora domina España con mano de hierro y un borceguí de seda en el pie.

Jugó de maravilla la selección que adiestra el exportero Julen Lopetegui. Todos los aficionados conocen el manual: un elevado ritmo en la circulación del balón, pases de pie a pie y llegadas letales al área con los centrocampistas. Así juega la selección absoluta y así intepretó un papel fantástico su filial.

El partido arrancó con un gol de Thiago Alcántara para empezar a hablar. Impuso el sello de calidad a la final. Buscó Isco una bota amiga, atosigado en la banda, aclaró el panorama Morata con un inteligente quiebro y la puso dulce y limpia para el centrocampista del Barça, que llegó desde atrás en un salto impecable para empujar el balón a la cazuela.

La réplica de Italia estuvo a la altura de su historia. Reaccionó con genio y fe, al segundo, con ánimo guerrero. Fue su táctica: centros a la espalda de los centrales españoles para la carrera de Inmobile o Insigne. La cazó el primero en un ligero fallo de Íñigo Martínez y la picó suave ante De Gea . El gol de Italia devolvió el encuentro a su origen y por ahí emergió de nuevo Thiago, paladín de un equipo fantástico que jugó de cine .

Dos penaltis

España se empleó con el mismo esmero en la remontada. Hizo un fútbol de mucha calidad, siempre armado a partir de las ocurrencias de Isco, la brega de Koke o la velocidad de Tello. A los treinta minutos, Koke se inventó un pase modélico entre los defensas italianos, habilitó a Thiago y éste volvió a marcar en estado de gracia . Otra vez la respuesta italiana, de nuevo los centros bombeados contra Bartra e Íñigo, la franja que le costaba dominar a De Gea. Esta vez no hubo gol, pero sí una vertiginosa internada de Tello, al estilo de los extremos de toda la vida, que terminó en penalti. Thiago, en una noche excelsa, colocó el tercer tanto.

El encuentro cambió de perspectiva enla segunda parte. Italia reclamó la pelota y España descubrió espacios para crear y galopar . Se sintió cómoda la selección con ese traje y mucho más Tello, rápido como una centella sin enemigos a la vista. Pudo taladrar a Italia el extremo del Barça, pero no se sabe cómo el equipo azul taponó ese vía de agua. El cuarto gol pareció definitivo. Montoya penetró por la banda de Tello, fue derribado en el área e Isco anotó el penalti .

Lo que cualquier equipo hubiera asumido como una sentencia fue, en realidad, una espoleta para Italia. Expresó todo su orgullo en el campo con una valerosa reacción en busca del empate y tres goles. A su entusiasmo contribuyó el tanto de Borini , una hermosa combinación entre los mediapuntas italianos que culminó éste con un potente trallazo.

El 4-2 inquietó a la selección y a Lopetegui, cuyo gesto de «ya os lo decía yo» era un poema. Italia apretó con más corazón que juego y aún tuvo alguna oportunidad más, pero la red de David de Gea no se movió más y España pudo alzar el trofeo que mereció.