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LIGA DE CAMPEONES | CUARTOS DE FINAL

El Málaga se despide de la Champions de la manera más cruel

Tenía dos goles de renta en el 91 y en el 93 quedó eliminado por el Borussia con un tanto en claro fuera de juego

El Málaga se despide de la Champions de la manera más cruel reuters

enrique yunta

No hay manera más dolorosa de caer, el final de una historia preciosa para un equipo que ha enamorado a Europa y que se despide con una herida abierta en su corazón. Llora el Málaga y con él toda su afición, que en el minuto 91 estaba en las semifinales de la Champions con dos goles de renta y en el 93 se arrodillaba sin entender nada del asunto, castigado de la forma más cruel y desgraciada, un tanto en fuera de juego de Santana que empañó todo lo anterior. El fútbol, a veces, regala momentos imprevisibles como el de hoy en Alemania y de ahí la grandeza del deporte. El Málaga maldice su suerte mientras todo el planeta le reconoce su mérito. [Narración y estadísticas]

Alentado por la fe del «sí, se puede», con la inocencia del que se atreve con todo sin que le importe la envergadura del oponente, plantó cara al Borussia de Dortmund y llegó a tocar el paraíso, se sintió en la gloria hasta que sucedió la hecatombe.

Cada noche del Málaga en Europa era más importante que la anterior, arrastrado el conjunto andaluz a una cita de trascendencia mundial. En Dortmund, en el impresionante Westfalenstadion, compitió convencido de que otra vez tocaba gesta, un encuentro sin matices y condicionado por el 0-0 de La Rosaleda. Siempre confió en sus opciones y ese dramático final acabó con la ilusión de un modesto que se comportó como un grande.

Al Málaga le animó la presencia de Manuel Pellegrini en el banquillo, sólido el vínculo que se ha establecido entre el vestuario y el cuerpo técnico. Se reconoce el sello del entrenador, que llegó por la tarde directamente desde Chile después de asistir al sepelio de su padre, y a partir de una idea cien por cien reconocible quiso escribir la historia más bonita que jamás se haya contado en la Costa del Sol. Siempre con buen gusto, empeñado en cuidar a la pelota hasta el último pase, fue tan ambicioso que no hay reproche alguno en su planteamiento, más bien todo lo contrario.

Sin nueve puro, con Duda por la izquierda y con Baptista como referencia en ataque, a los andaluces les dio por dar un paso al frente, más atrevido que una semana antes en La Rosaleda. Entonces lo mejor fue el resultado y el Málaga entendió que necesitaba desparpajo y gracia en Dortmund si quería celebrar otra fiesta, un reto mayúsculo porque el Borussia, además, es un equipazo de principio a fin. Con paciencia, fantástico en la circulación, se encontró con un tesoro de valor incalculable a los 24 minutos, un golazo. Lo festejó Joaquín a lo grande porque suponía medio billete para las semifinales, puerta abierta al cielo de la Champions. Conectó con Isco, detrozó a Schmelzer con un recorte de locos y su zurdazo, más preciso que potente, superó a Weidenfeller para enmudecer a un estadio sorprendido. El Málaga, debutante en la competición, lo estaba bordando como ya lo había hecho antes.

Úna angustia permanente

De forma natural, comprensible por las exigencias del marcador, el Borussia aceleró en todos los sentidos. Deambuló durante media hora, insípido y lento, y con el gol de Joaquín despertó y encendió a su gente. Pisó con más frecuencia por la zona de peligro y apretó en la presión hasta que asfixió a su oponente. Duda perdió un balón y los alemanes llegaron en un periquete hasta Lewandowski, que casi todo lo que hace es para sumar. Götze y Reus mezclaron y el delantero polaco cumplió con su trabajo después de sentar a Caballero. Peligro, 1-1.

Era previsible la angustia, pero se la pudo ahorrar el Málaga de no haber sido por Weidenfeller. El portero del Borussia de Dortmund fue protagonista en el desenlace del primer acto y en la reanudación del segundo, decisivo con dos cabezazos de Joaquín. El primero le fue a las manos, sencillo de atajar, pero el segundo terminó con un paradón antológico, una mano dificilísima después de que el andaluz rematara picado, imposible pensar en algo diferente al gol. Ahí estaba la paz, la tranquilidad.

Hasta el último suspiro, al Málaga le costó horrores mantenerse de pie, achuchado en un tramo interminable. Le faltó aire para frenar las embestidas del Borussia y se entregó a Caballero, prodigioso. Paró con los pies dos disparos a bocajarro de Reus y Götze y acabó por desquiciar a los locales, incapaces de destrozar el muro y volcados a la desesperada. En un despiste, Baptista se vio solo ante el portero y su remate, que se iba fuera, lo empujó Eliseu en posición adelantada. Gol en cualquier caso.

Se abrazaba el Málaga en el 91, pero lo hizo demasiado pronto. En dos minutos se le fue la vida con los goles de Reus y Santana, tan alemán el desenlace. El segundo llegó en un claro fuera de juego tanto en el centro como en el remate. No hay consuelo para este Málaga salvo que hizo soñar a una ciudad durante meses.

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