La Juventus consolida el liderato tras la batalla de Nápoles

Colorido San Paolo como en las mejores noches, ambiente de lujo para un partido excepcional. Necesitaba el Nápoles ganar para recortar distancias y tardó ocho segundos en disparar a puerta, entregado en la tarea de asfixiar a la Juventus. No funcionó por el correcto planteamiento de Antonio Conte, asentada la Juventus en una defensa de garantías y, sobre todo, en el talento de Andrea Pirlo para encontrar espacios. El equipo de Turín se quitó de encima la presión con diagonales que entendieron a la perfección Giovinco y Vucinic, muy activos en el primer tramos del partido.

El partido se rompió con una caricia de Andrea Pirlo. El italiano puso un centro magistral desde la banda izquierda con su pierna menos hábil, ninguna parece mala, directa a la cabeza de Chiellini. Noqueado por momentos el Nápoles, la Juventus desaprovechó una oportunidad enorme de sentenciar el partido y, por tanto, el campeonato. Vucinic falló un gol cantado ante De Sanctis y el árbitro se comió un penalti de Inler sobre Lichsteiner.

Al Nápoles le costó digerir aquel tanto más de la cuenta, enfriado San Paolo porque apenas veía posibilidad de rascar algo con los movimientos constantes de Hamsik. La sensación de comodidad para la Juventus acabó al filo del descanso, rescatado el Nápoles con un derechazo desde la frontal del incansable Inler que tocó en la cabeza de Bonucci y se convirtió en imposible para Buffon. El scudetto de nuevo sobre la mesa. La tensión saltó por los aires en el área de la Juventus después de mil carantoñas entre Cavani y Chiellini al responder el primero al tirón de pelo del italiano con un violento codazo sin balón de por medio solo castigado con tarjeta amarilla.

Ya en la segunda parte el cronómetro metió de lleno al Nápoles en el partido, consciente el equipo de la importancia de derrotar al líder. A media hora del final comenzó el bombardeo. Media docena de disparos desde la frontal directos a la meta de un Buffon, que echó el cerrojo. Saltaban chispas en San Paolo con las pequeñas batallas entre jugadores, mil agarrones en cada saque de esquina, especialmente en la interminable sesión de «caricias» entre Chiellini y Cavani cada vez que se cruzaban.

La entrada de Inisgne mejoró aún más la cara del Nápoles, a punto de marcar con un remate de Dzemaili con Buffon vencido que no encontró portería. Insuficiente para tumbar a una Juventus que jamás se despistó, crecida su defensa ante la alarmante falta de efectividad de un Nápoles que lleva seis partidos sin ganar. La guerra acabó con el pitido final, fundidos en un abrazo Chiellini y Cavani, felicitaciones mutuas entre los jugadores por un partido que dignifica al fútbol italiano y sabe a victoria parcial para la Juventus, líder con seis puntos de ventaja, colchón que parece suficiente para revalidar el scudetto a once jornadas del final.