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fútbol internacional

Un balón indestructible para combatir la pobreza

El proyecto One World Futbol distribuye balones imposibles de pinchar en las zonas más desfavorecidas del planeta

Un balón indestructible para combatir la pobreza Keri Oberly | one world futbol

víctor pérez

Decía Alfredo Di Stéfano que el hábitat natural del balón es el pasto por su origen de cuero procedente de la vaca. Diego Armando Maradona , mito herido del fútbol, dijo para la posteridad que, por encima de todo, la pelota no se mancha. Si acaso, cada temporada se da un baño de oro para caer en las manos del mejor futbolista del planeta. Pero el balón, a veces, significa mucho más. Especialmente si es indestructible .

h2 Media Labs

Pasatiempo y negocio en Occidente el fútbol también puede ser una poderosa herramienta para luchar contra la pobreza como demuestra la historia de Tim Jahnigen , un ambicioso emprendedor estadounidense impactado en 2006 al ver en un documental cómo jugaban unos niños en Darfur con una pelota rudimentaria formada con pedazos de basura, estampa habitual en países desfavorecidos donde de poco sirven los balones de las estrellas, frágiles en terrenos escarpados e indefensos ante condiciones atmosféricas complicadas.

Jahnigen buscó durante meses una solución para fabricar un balón inmune hasta que topó con el Etilvinilacetato, un compuesto formado a partir de etileno y acetato de vinilo, similar a la espuma rígida que se utiliza en las sandalias Crocs. Un material muy resistente, permeable, ideal para construir una pelota indestructible. Pero la idea resultaba excesivamente cara, demasiado para la cuenta corriente de Jahnigen que, por fortuna, tiene entre sus amigos a Sting . El músico británico financió el proyecto bautizado como One World Futbol precisamente como homenaje al tema «One World (Not Three)» escrito a principios de los ochenta por el propio Sting para The Police.

Los mordiscos de Tritón

Antes de viajar a las zonas más pobres del planeta el balón tuvo que enfrentarse a todo tipo de pruebas para demostrar su resistencia: cuchillos, alambres de espinos, clavos . Imposible acabar con la pelota. Una válvula en su interior permite la entrada y salida de aire, por lo que jamás se desinfla . Las ruedas de un camión tampoco son rival para el balón, que se aplasta durante unos segundos para regresar después a su forma esférica original. Un juego de niños comparado al examen al que se sometió el proyecto en el zoológico de Johannesburgo, en Sudáfrica, donde dos balones acabaron en las garras del león Tritón. Dos años después todavía muerde, sin éxito, los mismos balones. «Mucha gente lo compra para sus perros porque lo pueden morder cientos o miles de veces», explica Lisa Tarver, mano derecha de Jahnigen.

Durante el último año y medio el balón se ha repartido más de 100.000 unidades en más de 150 países . «Nuestra misión es permitir que los niños sean niños sin importar dónde viven», cuenta Tim Jahnigen. «El fútbol no es el foco, sino una herramienta para trabajar más eficientemente para mantener los chicos en el colegio o para que ingresen al mercado laboral o ayude a prevenir HIV o no pisen minas antipersonales», añade en conversación teléfonica Jürgen Griesback , fundador de Street Football World , una red que agrupa a un centenar de organizaciones dedicadas a la labor social del fútbol a la que está afiliada One World Fútbol.

Acuerdo con Chevrolet

«Trabajamos con ellos en campos de refugiados y varios lugares de África. Los balones ayudan a los chicos a desarrollar su propio yo, se sienten capaces de lograr algo en la vida . En realidad es solo un motivador inicial para mantener a los niños en un proceso de crecimiento personal durante años», explica Jurgen, cuya red asesora incluso a la FIFA en iniciativas solidarias. «La relación con el fútbol profesional dista mucho de la ideal, podrían hacer mucho más si entendieran que esta otra parte del fútbol también es responsabilidad suya», lamenta el alemán en perfecto español.

El proyecto, que colabora con Save The Children , ha recibido un fuerte espaldarazo con la marca de automóviles de Chevrolet, comprometida a donar 1.5 millones de balones durante los tres próximos años. «El balón significa algo estable, que no se termina, no se desinfla, en unas vidas muchas veces marcadas por la desilusión y decepción. Cuando un niño tiene la oportunidad de jugar hasta cuando quiera y no solo hasta cuando se estropee la pelota, tiene la oportunidad de soñar con un futuro mejor », cuenta Lisa.

«A día de hoy, ahora que somos capaces de fabricar, transportar y entregar casi 45.000 balones al mes. Con el simple poder este balón, impactar positivamente en millones niños de todo el mundo», resume orgulloso Jahnigen, imposible quedarse con un momento en esta travesía solidaria. «Me quedo con cada instante de este año y medio».

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