Veintitrés años después de la imborrable tragedia de Hillsborough, 96 almas perdidas, el debate sobre las localidades de pie en los estadios, símbolo de un fútbol de otra época, regresa a Europa. Reino Unido estudia una propuesta para crear zonas libres de butacas, mientras Alemania amenaza con acabar las que existen en la Bundesliga.
«Las cosas han cambiado mucho en tecnología y seguridad, por eso pedimos ensayos a pequeña escala para ver cómo funcionaría las gradas en un contexto moderno», cuentan desde «The Football Supporters Federation», la organización que, con el apoyo del Aston Villa, la liga escocesa, y un puñado de equipos menores, pretende llevar a cabo pruebas en partidos de la Premier League con espacios para que los hinchas animen a su equipo de pie. Para ello han creado un espacio piloto al estilo alemán, con asientos plegables y barras de acero para reducir el riesgo de aplastamiento ante posibles avalanchas.
El fútbol de pie permitiría a los equipos vender parte de las entradas a precios muy bajos, atraer a más público, de menor edad, habituado a dejarse la voz para animar a los jugadores. La idea, que necesita del apoyo de varios diputados, cuenta ya con la negativa rotunda de las familias de las víctimas de Hillsborough. «Las gradas sin asientos no deberían regresar nunca a los estadios, no son seguras», sostienen. Un argumento inválido según la otra parte, que señala con el dedo a Suecia, Austria y especialmente Alemania.
El ejemplo alemán
La ventana de Dortmund, espectacular el ambiente del Signal Iduna Park, se tradujo en mil elogios en los periódicos ingleses y españoles cuando viajaron allí Manchester City y Real Madrid para jugar la Champions. Flores para una afición que jamás para de animar y que en la Bundesliga -la UEFA no lo permite- puede dar a calor a su equipo de pie. Los abonos para toda la temporada se venden desde los 200 euros, a una media de 11 por partido, precio de saldo comparado a lo que se paga en los estadios españoles.
El paisaje en Alemania, sin embargo, está revuelto porque los aficionados alemanes se sienten atacados por las autoridades a raíz de una iniciativa de la Federación para aumentar la seguridad en los estadios que será votada pos los equipos de Primera y Segunda este miércoles, 12 de diciembre. Sobre esa fecha ha girado una masiva, hermanadas para la ocasión las aficiones rivales, protesta en los estadios del país: 12 minutos y 12 segundos de silencio en cada partido para expresar su enfado.
El plan de choque para la Bundesliga se presentó después de los incidentes en el derbi entre Dortmund y Schalke, decenas de heridos y 180 detenidos, y por los constantes incidentes fuera y dentro del campo, habituales las bengalas en todos los partidos. Como protesta los hinchas han convertido estas últimas jornadas en auténticos espectáculos pirotécnicos.
Debate imposible en España
Para los fuegos y las bengalas, la Federación prevé instalar cámaras de vigilancia en todos los estadios. Una de las medidas del polémico plan, que reducido a 16 puntos, incluye la reducción del cupo de entradas a los equipos visitantes (por debajo del 10 por ciento actual) y la posibilidad de cacheos corporales para evitar enfrentamientos violentos entre las hinchadas. Se deja además una puerta abierta a sanciones graves para los que rompan las normas, lo que para muchos significará la prohibición de las gradas de pie para los hinchas visitantes o en determinados partidos, una idea que niega con rotundidad la Bundesliga.
Según apunta Der Spiegel será imposible imponer un veto nacional al fútbol libre de butacas pese al interés del ministro del interior. La medida necesita ser aprobada a nivel regional y, además, contar con el consentimiento de los dueños de los estadios, en muchos casos los propios equipos que, precisamente en Alemania, son en su mayoría de los aficionados. «El gobierno no se apoya en estudios científicos», apuntilla el diario, que entiende que será muy complicado cambiar la medida aprobada por el fútbol alemán en 1993.
Localidades numeradas y con asientos para todos los espectadores, dice la norma en España. El debate aquí resulta imposible, arrinconado el fútbol de pie por un decreto ley de 1998, en línea con las exigencias de UEFA y FIFA, que se tradujo automáticamente en estadios de menor capacidad, razón suficiente -entendieron los equipos- para subir el precio de las entradas. Cosas del fútbol moderno.
