Norris baja del pedestal a Verstappen y logra su primera victoria

Han pasado treinta vueltas de la carrera en Miami y en la salida del coche de seguridad, Max Verstappen no es el líder. La cálida ciudad norteamericana compromete el paseo semanal, desfile militar más bien, del orgulloso neerlandés que nos ha familiarizado con la tonadilla del himno de su país. No puede marcharse como siempre, sin oposición, sin imagen de televisión que se aburre de retratar su poderío.

Es la vuelta 30 y Verstappen ha tenido que lidiar con la salida impetuosa de su compañero Checo Pérez, que casi se lo come desde la cuarta posición saltando por encima de los Ferrari. Un golpe de los dos Red Bull hubiera sido la guinda al cisma que se vive en la factoría energética, el caso Horner y la empleada, las críticas de papá Verstappen, el adiós del maestro Adrian Newey...

Verstappen no se marcha, no consigue ventaja, un segundo, dos, pero sin resultar descollante. Los McLaren y los Ferrari igualan sus tiempos, sobre todo los británicos de Woking. Las evoluciones en el auto han resultado fructíferas en Miami y los dos McLaren vuelan. Después de 25 giros con el mismo neumático amarillo, Norris logra la vuelta rápida.

Es una lucha hermosa por inusual. Sainz tiene más ritmo que su compañero Leclerc y pide paso a sus jefes. «Vamos a probar algo por delante, ¿no?», reclama permiso en vez de derribar la puerta. McLaren sigue al ataque, sus coches van como cohetes y Verstappen no es el de siempre. Se ha cargado un bolardo, un apéndice que navega por la cubierta del Red Bull, la imagen nunca vista, el intocable en problemas. «Comprobad el alerón delantero», pide a su garaje por los posibles daños.

Fernando Alonso se encuentra en tierra de nadie, pero luchando al máximo como siempre, a la caza de algún punto en una pugna con los coches con retraso, tipo Alpine, Williams, Haas y demás. No es el fin de semana de Aston Martin.

Un accidente de Albon y Magnussen le hace un regalo de Navidad a Lando Norris. El coche de seguridad le permite hacer una parada casi gratis, cuando todos sus rivales incluido Verstappen habían cambiado ruedas. Norris lidera la carrera y Verstappen se queja. «No hay nada de agarre», grita a sus ingenieros.

Comienza otra carrera cuando se marcha el coche de seguridad. Y Norris se marca un Verstappen. En apenas un par de vueltas, coloca un segundo al holandés, que no da crédito. El Red Bull no es infalible en Miami, también se aprecia en el rendimiento de Checo Pérez.

Norris cabalga eufórico en el coche que puede cambiar el panorama de futuro en esta Fórmula 1 gobernada por Red Bull, Newey y Verstappen. En teoría, los energéticos tienen menos margen de mejora, y los otros solo pueden acercarse. McLaren parece haberlo conseguido, como el año pasado cuando se convirtió en el segundo equipo.

Norris levanta los brazos, Verstappen está de mal humor, hay investigación para Sainz, cuarto y luego quinto, y Piastri, y Alonso suma una valioso noveno puesto con un coche inferior.