fórmula 1
Madrugada loca en Australia: tres carreras, tres podios de Alonso
gran premio de australia
Tercer puesto del asturiano y victoria de Verstappen. Tres salidas, tres banderas rojas, accidentes... Sainz, sancionado por provocar una colisión con Alonso, duodécimo
Así fue la colisión de Sainz con Alonso
El gran premio, en directo
Clasificación de la carrera
El Aston Martin 14 de Fernando Alonso
Siempre hay que esperar hasta el final en la Fórmula 1. El Gran Premio de Australia fue un confeti de parones, banderas rojas y visitas al reglamento. Madrugada loca en Melbourne. Tres salidas, múltiples accidentes, adelantamientos, embrollo general con el reglamento y las decisiones ... de los jueces, y un final volcánico. Espectáculo, audiencias, interés general y otro éxito de Fernando Alonso. Tres carreras y tres podios del español, sólido recorrido y la suerte de su lado.
Carlos Sainz, que entabló una lucha directa entre españoles, sacó de la pista a Alonso en la tercera salida (vuelta 56) de la loquísima carrera en Melbourne. Pero la norma le benefició esta vez al asturiano, al considerar la FIA que el pelotón de coches no había transitado aún por el primer sector, y perjudicó al madrileño, sancionado con cinco segundos por provocar la colisión con Alonso.
«Por favor, por favor, es inaceptable la sanción, diles que esperen, que me permitan hablar con ellos. Es exagerada», protestó por la radio Sainz, desconsolado por el penoso epílogo para él. Acabó duodécimo.
La victoria fue para Verstappen, intocable el neerlandés en ritmo de carrera y más vulnerable en las tres salidas, que no son su fuerte esta temporada. Hamilton se incrustó segundo en el regreso de los Mercedes a los primeros escalones.
Tres campeones del mundo en el podio, secuencia hechizante de una temporada que apunta alto y que dirime triunfos entre tres jefes que han hecho historia en la F1.
Antes de la ruleta rusa final, fue una carrera de funambulistas, de tipos con habilidad para desenvolverse con ventaja entre diversas tendencias. Pilotos equilibristas que calcularon los tiempos por vuelta, el castigo que sufrían los neumáticos y el rendimiento futuro del coche para los últimos giros.
Un gran premio que se definió a partir del DRS (4 zonas en Australia), el nuevo método expansivo impuesto por la F1 para propiciar los adelantamientos, de los neumáticos duros (los plata), que emplearon los líderes para llegar casi desde el principio al final, y de las decisiones de los jueces, que detuvieron la carrera dos veces con bandera roja y provocaron dos salidas extra desde la parrilla.
No fue fácil esta vez para Verstappen. En ese berenjenal tan divertido, el neerlandés no tuvo rival durante su paseo en solitario mientras no hubo incidentes y salidas relanzadas, Hamilton mantuvo siempre a raya a Fernando Alonso a más de un segundo, y éste hizo lo propio con la remontada de Carlos Sainz, quien consiguió un avance fantástico después de verse perjudicado, como Russell, por el primer parón donde cambió los neumáticos.
El estrés para todos surgió de los parones, dos banderas rojas bastante discutibles, una por los trozos de fibra en la pista con un accidente de Albon, y la otra por el golpe contra el muro de Magnussen. En la discusión entre coche de seguridad y nueva salida, la FIA se decantó por el espectáculo.
Colisión
En la última detención, a falta de dos vueltas, la mente ágil de Alonso conocedora del intrincado reglamento de la Federación Internacional, puso en guardia a su equipo después de la colisión provocada por Sainz. «Que miren el reglamento, para que nos devuelvan las posiciones como en Silverstone».
No se había superado el primer sector de la pista, no había tiempos cronometrados y, por tanto, Alonso se salió esta vez con la suya. La FIA le devolvió la tercera posición que el golpe con Sainz le había arrebatado.
«La bandera roja no me parecía necesaria, para eso están los coches de seguridad, para ralentizar la carrera -explicó Alonso-. Si hablamos de seguridad, puedes generar más peligro dando de nuevo la salida a veinte coches. Ha sido una montaña rusa de emociones. La última media hora ha sido difícil para todos entender lo que pasaba».
«Prefiero no hablar y hacerlo antes con los comisarios, porque si digo cualquier cosa me van a sancionar de nuevo«, dijo un enojado Carlos Sainz.
La suerte, esquiva tantas veces en el último lustro para el ovetense, le sonríe esta vez y pinta un horizonte verde.
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