El balance de un año calamitoso: un paso atrás de Alonso y Aston Martin

Le sucedía a Bernie Ecclestone con la naturaleza y la lluvia, no podía controlarlo con su batuta de mando. A Fernando Alonso le pasa algo similar. No puede dominar el tiempo. Con 43 años sigue mostrando una pasión inigualable, un espíritu de lucha encomiable en el deporte, y una tenacidad incuestionable. Pero su presencia en la F1 no es eterna. Los plazos se le echan encima. Cada vez que su equipo, su coche, su elección, se quiebra por algún lado, el minutero corre en contra del genial piloto.

Le ha pasado este año. Allí donde se creía que podía plantar una semilla de éxito, se ha encontrado con una tierra seca. El Aston Martin 2024 ha sido una calamidad después de las expectativas que generó el año anterior. Ocho podios de Alonso. La prueba irrefutable de que el auto era una fotocopia del Red Bull ideado por Newey es la destitución de Dan Fallows, número dos en Red Bull y jefe de diseño en Aston Martin que no ha sabido hacerlo progresar sin Newey al lado.

Aston Martin tiene otro problema. Lance Stroll, el hijo del jefe de la escudería, no ofrece detalles de calidad como para poner en apuros a su compañero Alonso y ser un piloto ganador.

En la F1, como casi todo en la vida, manda el dinero. Su majestad el dólar ha penetrado con fuerza en este deporte-negocio. Los propietarios, una compañía estadounidense (Liberty), han girado el mapa hacia su país. Ya son tres grandes premios en Estados Unidos (Las Vegas, Austin y Miami) mientras la vieja Europa cede poder y recursos. Los circuitos tradicionales en nuestro continente pierden valor y ya se habla de una necesidad de rotación de grandes premios en años alternos para cobijar a escenarios tradicionales. La inclusión de Madrid (que se estrenará en 2026) es una excepción a la norma.

Además de los circuitos, la 'americanización' de la F1 se plasma con la entrada de un nuevo equipo en 2026. General Motors, con Cadillac, dos marcas estadounidenses integrarán la undécima escudería de la parrilla. Como dijo Ecclestone en su día, «la F1 era un restaurante de estrellas michelín y ahora es una hamburguesería».

Es un precepto no escrito en la F1. El éxito provoca la división. Red Bull ha ganado el título con Verstappen en medio de una lucha encarnizada por el poder. El clan Verstappen contra Chris Horner, el jefe del equipo. El último en propagarlo fue George Russell, quien acusó a Verstappen de matonismo («me dijo que iba a estallar mi cabeza contra el muro») y de hacer la cama al primer directivo de la escudería («Max está haciendo todo lo posible por sacar a Horner del equipo»).

Verstappen ya ha protagonizado demasiados episodios de arrogancia y soberbia en la Fórmula 1 (aquel guantazo a Ocon, no permitir a Checo ser subcampeón cuando él ya era campeón en Brasil, las maniobras suicidas contra Hamilton en Arabia Saudí, esta polémica con Russell…). Tiene un buen ejemplo en su padre, Jos, quien hizo todo lo posible a principio de temporada por echar a Chris Horner de la dirección.

McLaren fue el mejor coche desde el principio del verano, pero eso no se tradujo en una hegemonía de sus pilotos. Lando Norris (25 años, siete temporadas en la F1) no materializó la calidad del producto McLaren después de ser designado por su equipo como líder por encima de Oscar Piastri (23 años, dos campañas). A Norris se le vieron demasiadas costuras cuando la presión apretaba y nunca llegó a ser un aspirante real frente a Verstappen, el más sólido de todos y el que nunca comete errores.

El piloto español demostró templanza y dureza mental para sobreponerse a la peor noticia deportiva: Ferrari lo dejó sin coche antes de empezar el curso para hacer hueco a Hamilton. Sainz se va de la escudería italiana con la cabeza alta. Ha sido mejor Leclerc, con más victorias, poles y puntos que él, pero sin desmerecer en cuanto a rendimiento después de saber que su actual equipo ya no contaba con él. El cambio es a peor, lógicamente. Sainz intentará revitalizar a Williams, un equipo legendario venido a menos.

Son 24 grandes premios en una secuencia que ha provocado resquemor en los pilotos, el personal de los equipos y, sobre todo, las familias que no ven en casa a los pasajeros de la Fórmula 1, tal es la cantidad de viajes por el mundo durante el año. Lo que antes era una secuencia difícil de gestionar (dos grandes premios en domingos consecutivos) en el apartado logístico y también en el mental es ahora una prueba de fe (varias veces tres domingos consecutivos). Liberty, la propiedad de la F1, argumenta que a nadie obligan a estar en el 'paddock', pero los pilotos y los equipos no son partidarios de tantas carreras.

'Checo' Pérez es el principal activo económico de la Fórmula 1. Carlos Slim y sus empresas han tutelado la trayectoria deportiva del mexicano, hasta el punto de generar un impacto sin igual en este deporte. Pérez lleva 14 temporadas ininterrumpidas en diferentes escuderías (Sauber, McLaren, Force India, Red Bull) con un rendimiento potente. Hasta que llegó a Red Bull. En comparación con Verstappen, se ha hundido. El caudal económico que aportan los patrocinadores mexicanos a los equipos de 'Checo', ahora a Red Bull, y la irrupción de un gran premio en México no parece suficiente para mantenerlo en el equipo pata negra después de una nefasta temporada 2024.