Las herramientas salvavidas de la Fórmula 1

En su celebración escribió «29 de noviembre, 15.30 h. Feliz cumpleaños» junto al hashtag ‘Fénix’, en alusión al ave mitológica que fue capaz de controlar el fuego y renacer de las cenizas después de la muerte. Unas manos con rastro de quemaduras y un guante profiláctico que se quita de cuando en cuando para acariciar a sus dos hijos son las secuelas que arrastra el piloto, desvinculado ya de la F1 y protagonista en la IndyCar, donde ha conseguido tres podios este año con Dale Coyne Racing.

«Para mí hay un antes y un después del 29 de noviembre de 2020. No se puede pasar por una experiencia similar y permanecer igual. Me gustan aún más muchos pequeños aspectos de la vida, como el tiempo que paso con la familia. Pensamos en la vida como algo que se da por hecho, sin darnos cuenta de que puede desaparecer con mucha facilidad», le confesó Romain Grosjean al excampeón mundial Nico Rosberg en su canal de YouTube.

Después del pavoroso accidente de Grosjean, la seguridad se ha convertido aún más en el elemento clave de acción para los responsables de la Fórmula 1 y de la Federación Internacional. La muerte de Jules Bianchi en 2014 propició la creación de un ángel de la guarda, el halo , una corona en forma de T curvada compuesta por tres barras de titanio, elemento habitual en la industria aerospacial, que se instala en la parte frontal de la cabina del piloto. El halo aguanta el impacto de doce toneladas, como un autobús de dos pisos, y protege la parte más expuesta y sensible de los pilotos, la cabeza.

El monocasco de los fórmulas, conocido por el término inglés copkit , es el otro instrumento de defensa para los pilotos. Una célula de supervivencia hermética, donde toma asiento el piloto y que está fabricada en fibra de carbono. Las escuderías empezaron a construirlas con estructuras cada vez más resistentes, de tal manera que los pilotos van encajados en un habitáculo casi irrompible. Para que la célula sea homologada, el piloto tiene que poder salir de ella en menos de diez segundos.

Este habitáculo del monoplaza, el halo, la construcción del coche, el casco de fabricación personalizada, el mono ignífugo producido en nomex capaz de aguantar a 800 grados entre las llamas durante once segundos o el ‘Hans’ protector del cuello son las últimas líneas de defensa para el piloto, barreras para mitigar las consecuencias de un accidente que ya ha ocurrido. Para prevenir los grandes golpes, la F1 posee un manual de mecanismos. Es más útil separarlos del deporte y vincular su acción a una industria y a la seguridad laboral. Hay mucha gente trabajando en espacios reducidos con productos inflamables, recipientes a presión y material eléctrico que se termina concentrando en un piloto, un coche y un circuito.

En todas las carreras existe una nómina de comisarios que se mueven por la pista con vestimenta muy visible, operarios que manejan grúas, señalizaciones, banderas... La seguridad operativa se afianza con el llamado toque de queda, que obliga a los trabajadores de los equipos a descansar un mínimo de ocho horas, salir del paddock y no alargar jornadas interminables de labor en los garajes.

Cada vez más, el director de carreras (Michael Masi) recurre a los coches de seguridad y el VSC (coche de seguridad virtual, que neutraliza la carrera a un 40% menos de velocidad por vuelta). El coche médico que cierra carrera en la salida transporta a los profesionales que salvaron la vida de Grosjean.